martes, 20 de septiembre de 2011

Choscos


El primo de Riesgo

El chosco es un cular típico de varios conceyos del occidente asturiano, con un 80% de cabecero de lomo y un 15% aprox. de lengua, sal, pimentón y ajo, embutido en ciego de cerdo y ahumado.
Sus características y los requisitos de elaboración que "le confieren su prestigio" se recogen en un Pliego de Condiciones que deben cumplir los choscos con pedigrí.

Ahí los ves, a todos los choscos de buena cepa y algún desgenerao, en la fila para matricularse y sacar el título e ingresar en el Colegio Profesional de Choscos, amparados ya por la ley.
Hasta aquí la realidad, ahora entramos en la metáfora y en la ano logía.
Con el Certificao en la mano da lo mismo lo que metas en la tripa B, en el Ciego, que por algo se llama así, que se lo pregunten a Milio Coné, que es chosco, tosco y chusco y sabe más que muchos de chorizos, carne embutida y grandes cagadores.

Ya lo hemos dicho: una palabra entre tosco y chusco. Un tosco sabemos lo que es, un Milito el Botines, v.g. Y un chusco era el bollo que comíamos en los cuarteles cuando hacíamos la mili. Se le llamba sargento chusquero al que había pasado muchos años en el cuartel comiendo chuscos hasta alcanzar ese grado, sin pasar por la academia básica.
Chusco es también el que tiene gracia, donaire y picardía, según la Academia.
Así que el chosco participa de alguna manera de todas estas características, es un poco tosco como Milio porque es carne de cerdo, animal impuro y gochón, y porque tiene una forma de cabeza de marciano reducida por los jíbaros que echa patrás.
El chosco asturiano, por el contrario, echa patrás sólo un momento que es tosco pero magro y sabroso.

Creo que nos vamos entendiendo.

Y es un poco chusco porque ajo y pimentón le dan gracia y donaire, y la picardía la pone el sargento que, después de tantos años entre furrieles, se las sabe todas de culares y demás.

Recientemente se ha lanzado al mercado aquí, con gran aparato publicitario, un chosco de la firma Casquerías Alvarez que triunfó entre los consumidores menos exigentes. Un producto que se vende por fresco y está más rancio que el tocín que sobró en la boda de la 1ª duquesa de Alba.
Y cuando está fresco, cosa rara, no hay lomo, sólo lengua y vísceras, entrañada.

Con los choscos también jugaban al rugby como en el Bierzo, especialmente en los conceyos más próximos a éste. Pero no se entocinaban como nosotros porque son menos grasientos. Además jugaban con los más curados y secos, y no tenían que cocerlos después del partido como nos pasaba en los pueblos bercianos, los comían así, curados. Más ricos y blandines con los patadones y aprietos del mach.
Nuestros  botillos también maceraban en el partido, pero tener que esperar despueeeeés a que cocieeeeeran...¡era una tortuuuuura!¡Dios, qué hambreeeeeeeeeeee!

Choscos y botillos han dado origen a varias expresiones de uso familiar, veamos un par sencillo.

¡Qué choscu yes!, pa indicar que tienes el cabezón más torpe del conceyu, que tas pa que t´echen a la olla el cocíu.

¡Quita pallá, botillo!, cuando estás enmedio como un pasmarote, estorbando, ocupando como el botillo toda la pota. Ésta me la decía mi abuela cariñosamente y no sería por gordo, que me veo ruinucu y arrugaucu como una morcillina, ¡o témpora, o mores!.

Seguiremos informando.

Yasas, salud!

Jamo el del Gorrín.