viernes, 25 de noviembre de 2011

Granadas


Graná tumbá

Acabo de pasar unas horas con Andrés Edo en León donde, entre él y su compañera, me dieron de comer un plato exótico, una ensalada árabe que llevaba pan de pita tostado en la sartén con un poco de aceite, un mejicano tamaño pizza ya muy conocido, cortado en trocitos en la base del plato y cubierto por una capa de yogurt con ajo desmenuzado, piñones tostados, garbanzos cocidos y granada. Se forman dos o tres capas y se sirve templada, calentando los garbanzos en el caldo para que templen el resto.

Pero no era de la receta de lo que quería hablar sino de la forma en que se consiguen en un pispás las semillas de la granada, limpias de polvo y paja. Tan dulces y tan ricas pero tan engorrosas de sacar que a veces hemos renunciado a comerlas por no liarnos en la operación.
Quien ya conozca el truco sonreirá, porque es tan tonto como para hacerse una idea de nuestra propia falta de inteligencia, de la mía en este caso.


Granada derecha

Pues bien, suponiendo que la parte superior fuera el Polo Norte, se corta la granada por el Ecuador. Con las semillas de las semiesferas mirando al recipiente, bol, plato, se golpea repetidas veces a la granada en el culo con la parte convexa de una cuchara, et voilà! 
Me contaba Andrés que se lo había enseñado un morito marroquí. Bravo!
Sólo era eso.

Llegué hoy por la tarde y apenas he tenido tiempo de comprobar que mi programación para el blog había resultado un fiasco y arreglar, ya malamente, el pequeño desaguisado.
Vi el correo y espero contestar mañana a todos, con más tiempo porque hoy sólo tengo para esta pequeña entrega improvisada.

Gracias por la fidelidad que muchos habéis mantenido en una semana en que he estado ausente y sin dar noticias.

Salud a todos.

Ramiro.