viernes, 16 de diciembre de 2011

Τυρόπιτα


Τυρόπιτα, Empanada de queso
Marietta. Agioi Apostoli, Eubea 2011 

La Tirópita, de la que ya hablamos algo en esta etiqueta, Psomí y Tiropitari, es una empanada de queso, de pan u hojaldre, más comunmente de este último, ya que a la de pan la llaman también Tirópsomo (Psomí, pan) que se consume en toda Grecia y constituye en lo gastronómico una de sus señas de identidad.
El Tirí, ι Τυρί, es el Queso, ι  Πίτα, la Pita, el pan plano ácimo tipo torta, pero que designa también muchas clases de empanadas y hojandres cuyos nombres llevan su raíz.

Son varias las especialidades y las formas. Cuecen raciones individuales pero también del tamaño de nuestras empanadas, aprovechando en las casas todo el espacio de los hornos.
En las panaderías se pueden encontrar de las dos clases y las raciones de varias formas, cuadradas, rectangulares, triangulares, medias lunas, ovaladas o redondas. Al capricho del panadero, de los clientes o de la tradición del lugar.
La finura de la pita o el hojaldre, es decir, el trabajo de la harina, de la masa, es también competencia del artista. Y las diferencias pueden ser muy significativas.

Las madres en las familias, las mujeres, son las que más empeño ponen como siempre.

Hoy se imponen en algunos restaurantes hojaldres e incluso tirópitas precongeladas que sólo hay que meter en el horno y que dan el pego hasta a un griego poco atento. Son tan pícaros como nosotros y te pueden tomar el pelo vendiéndote por casero lo que tú mismo compraste ayer en el supermercado de la ciudad. Pero no es lo común.

Mucho más frecuentes son las buenas panaderías con un montón de especialidades tanto de pan, como de empanadas con toda clase de rellenos, muchos de los cuales tienen al queso por protagonista principal con otros secundarios.
Galletas, pastas, pasteles y muchos dulces. Hablo de panaderías, porque en las Zajaroplastío, Pastelerías (literalmente Azucarías, Zajari es azúcar), las variedades y especialidades son tantas y tan dulces como las de cualquier negocio turco similar.

Sobre el dulzor de los pasteles griegos y turcos ya dije que nuestro superlativo castellano se queda corto, no alcanza. Cuestión de magnitudes y de costumbre. A ellos les parece normal. Usan la miel bastante más que nosotros en repostería.

Este hojaldre de queso de la panadería Marietta era muy fino, en el trayecto a casa se deshojó por arriba. Lo llevaba caliente por la mañana, antes de que se levantase la familia, como complemento nutritivo al desayuno. Ellos lo comían ya templado.
Ahí está uno de los mayores placeres de los madrugadores, en las panaderías. Y la tirópita calentina tiene otra fragancia que se pierde en frío. De las panaderías al amanecer me gusta todo, el olor del pan cocido, el panadero arremangado saliendo enharinado a saludarte, con cara de fatiga, en la segunda o tercera hornada, y el pan mismo, claro.

Recuerdo ahora la panadería de Kondopouli, en Limnos, desde donde volvía a casa con el pan caliente, al amanecer, saboreando una tirópita, demorándome. La terminaba sentado a la puerta de casa cuando el sol ya asomaba alargando las sombras. Algún placer ha de tener el insomnio.
Y la de Kimi, también en Eubea, en cuyo puerto pasamos unos días en el 2010, con muchas especialidades y muy ricas. Agunas compartidas con Lola y Alberto en la escala forzada del Capitán Teach.

Como decía un chavorrillo pensando en un erizo que había cazado el día antes y que su madre preparaba ese día para la comida, ¡Aayyy paaayo, me se ponen los dientes laaargos!

Ya lo mencioné hace poco pero lo repetiré otras veces, ¡más cornás da la jambre!

A ver si hay suerte y sale. Una canción de Mikis Theodorakis con letra de Yácobos Kampanellis, cantada por Soúla Bírbilis. To psomí sto trapesi, El pan en la mesa.

http://www.youtube.com/watch?v=vfQa38jwykQ&feature=related

Salud y pan tierno (y un poco de queso si puede ser).

Barbarómiros.