domingo, 12 de febrero de 2012

Tapias -2


Solar con casas de tapia
San Justo de la Vega 2011

Buenas. Hemos visto ya varios solares que antaño, hasta ayer, ocuparon otras tantas casas de tapia, y hay muchas deshabitadas y algunas ruinosas. La crisis retrasará seguramente la construcción de otras nuevas.
¡Nos quedamos sin las tapias y no tenemos dinero para cemento y ladrillo, hay que joderse!

Es cierto que debajo del cemento y el revoque visible de muchísimas, en buen estado y habitadas, hay también tapial, pero han cambiado tanto su aspecto externo que renunciaron a la belleza del barro, poco apreciada, en beneficio de una estética tal vez más funcional, pero sin carácter.
No digo que en los interiores no primen las razones de mayor y más fácil limpieza de los nuevos materiales, que lo entiendo, más ocupándome de la casa, pero ya se habían habilitado soluciones para impedir el deterioro del material, y la limpieza depende más de las personas que del  palacio o la choza que habiten. Guarra, guarra la (rancia) nobleza espaniola.

Un avance en todos los pueblos, sin duda mucho más importante, hablando de higiene, lo constituyó la popularización de los cuartos de aseo y baño, hecho paralelo al abandono de formas de contrucción tradicionales, del tiempo donde el único servicio cubierto era la cuadra, para el resto el campo  abierto. Y ese hecho es apenas de los años 60, cuando comienza el desarrollismo desatado. Bien por los retretes, pero con ellos llegó la diarrea.

Ya existían antes, aunque en muy pocas casas, los pozos negros. Pero cuando se llenaban había que vaciarlos a pala, ¡horrible! En la de mi abuelo, con familia numerosa, había una especie de tarima elevada de madera para sentarse, el Trono, con tres tamaños diferentes de agujeros redondos y su tapa correspondiente, también de madera, para culos grandes, medianos y pequeños. Cosas de la bulería del abuelo Cebolleta (yo), que asentó sus reales en un trono más limpio que un Bogbón.

¡Y era un rincón de charla y confidencia, de conciertos bajeros y pérdida del pudor, por la brava!  Esto ya era escatología...

En la foto superior se ven también muy bien los paños de los tapiales, pero será la siguiente la que tomaré como modelo para hablar de ellos.

Base y paños de la pared de una vivienda
León, 2012

La vista nos engaña porque lo que vemos no es la tapia sino una paredilla de hormigón que le adosaron y que conserva todavía la fotocopia de los paños del tapial que hay detrás, los agujeros de los palos que servían de tirantes al encofrado y las líneas externas de la pieza rectangular original.
Además no sé si el color muy amarillento, casi dorado, de la arena para la construcción que se utiliza en el pueblo, será el responsable de un camuflaje del color casi perfecto.
Sólo la unión del cemento con la base da alguna pista, pues se ve que el hormigón se escurrió cubriendo las rendijas y parte de la primera fila de piedras, que tal vez tampoco formaron parte de la base primitiva, sino que se añadieron para conseguir un mayor agarre del hormigón, máxime cuando la siguiente línea inferior, ya de la base original, es de adobes y el cemento no tiene un buen agarre en el barro. De esto trataremos más en otro momento.

Pero no importa la impostura en este caso, porque quiero hablar ahora de las medidas y para eso sí vale, por otra parte se ve muy bien la base sobre la que se asienta la pared, que sí es la original del tapial.

La altura media de esa base de piedra, del suelo al tapial es de 70 cmts. (60-80).
Las medidas del rectángulo, de los paños, 2,50 x 1,20 mts., en la mayoría de los ejemplos que vi y en las fotos que puse. Los encontré también de 2 metros, con la misma altura, y Leandro me decía que se hacían también de más de 2,50 m., en cuyo caso aumentaba el número de agujeros para los tirantes al encofrar, de 6 a 8.

El proceso contructivo, tras un cimiento de piedra, cantos rodados o lo que hubiera disponible, seguía con la base de piedra visible. En las tapias de las huertas era más frecuente el canto rodado de grueso calibre, para las casas solía escogerse el tipo más poligonal.
Antes del cemento el mortero que se usaba para esta base, de no ser barro, era la Cal hidráulica, arena con cal más agua. Otro de los trabajos más duros que recordaba Leandro. Entonces les traían la cal viva de las caleras y el proceso de "matarla" era de los más insanos del oficio, por los vapores venenosos que desprende la cal. Eran especialmente chungos los día de viento.
El murete resultante era, en ocasiones, un poco más ancho que la tapia que soportaba.
Sobre él, algunos echaban unas hiladas de adobes y, la mayoría, empezaba a levantar ya la tapia. En muchos casos esas hileras de adobe no están visibles debido a los enlucidos superficiales al rematar la obra o al mantenimiento de la pared, que se hacían también con barro, como es lógico.

Y tocan los materiales de los propios tapiales.

Unión de dos paños de un tapial

Me contaba Leandro Rabanal lo laborioso que era preparar las tierras que se iban a emplear. Porque era una mezcla de dos tipos bien diferentes, y no sólo piedras y arcilla (utilizado por mí como sinónimo de barro o barro arcilloso en los capítulos de las Murias), como escribí.
Se hacían dos montones, uno de tierra arcillosa, amarilla o rojiza, con gran cantidad de menudos cantos rodados, que sacaban de la parte alta del pueblo, y otro con tierra de labor, negra, de la vega junto al río, más rica en humus y menor proporción de arcilla.
Había que trabajarlas concienzudamente, desmenuzando los terrones y escogiendo un poco la piedra más gruesa. Darles vueltas hasta separar bien los distintos componentes y dejarlas reposar varios días. Después mezclarlas en distintas proporciones, con más cantidad de arcilla normalmente, 60/40, y repetir el proceso de removerla para orearla y evitar la excesiva compactación. Una labor que duraba varios días contando el tiempo obligado de reposo.

La mezcla con el agua se hacía fuera y se amasaba de nuevo con detenimiento. La proporción de ésta era escasa, de manera que el material ni chorreara ni decantara una vez en el cofre, apareciendo agua en la superficie, por ejemplo. Se iba prensando sobre la marcha cuidando de no dejar bolsas de aire.
Los dos tableros que formaban el encofrado, tenían  perforaciones para pasar los tirantes, y éstos, en los extremos, una suerte de torniquetes para comprimir aún más el material. También se usaban cuñas con el mismo objetivo.

El grosor de las tapias variaba, desde 50 cm., hasta cerca de un metro, y se construía la cara externa de la tapia con una leve inclinación que se prolongaba hasta el tejado, por lo que los tapiales eran más anchos en la base que en la cumbre.Y no tardaban mucho en quitar el encofrado, como  pensaba y escribí, errando. Al parecer el secado era bastante rápido, y se solía construir en verano.

En fin, era una masa, aunque os riáis, tan delicada como la de un panadero. A un lego le cuesta montar una claras, pues lo mismo. ¡Buenos cocineros, nos de dios, y no cocinillas como yo!

La utilización del adobe, como complemento de la tapia, ya lo hemos ido viendo, usado sobre la base de piedra, alrededor de elementos como las ventanas y en los remates junto al tejado. Los encontramos en más lugares y pondré fotografías donde se ven mejor, pero hoy no..., ¡mañana!.
Dedicaré algún capítulo a contar cómo se fabricaban y traeré también fotos de construcciones donde se emplearon en exclusiva.
Y otro apartado merecerían las murias de tapia de las huertas, que tienen algunas peculiaridades.

¡Si me dejo llevar, en lugar de las 3 ó 4 entradas que tenía previstas con este título, más otras tantas de imágenes intermedias largando de lo mismo, me monto un monográfico en toda regla, para uso de colgaos de la tapia!. Hay que sonreír, qué mejor remedio...

Markos Bambakáris, que será uno de los primeros cuando hablemos de los rebetes en Música griega, con esa voz suya tan peculiar, casi de rana a veces, nada apropiada para la lírica, es en cambio una de las mejores para este estilo, escangallao como un tango, de los fumetas y demás fauna marginal y psicodélica que fue, que es la Rebétika.
Como la canción de Manolis Rasóulis, que se titulaba Sefti kosme, Mundo falso, por la similitud del título, que no de estilos, aquel casi religioso, éste burlón y descreído, los dos críticos, Markos y su Ψέυτικος είναι ο ντουνιάς, Pséftikos ine o duñás, lo mismo, El mundo es falso.


Salud, Υγεία!

Barbarómiros.

Huecos en los tapiales


Ventanuco en tapial de dos siglos
San Justo de la Vega 2011

Esta es una de las casas más viejas que quedan en el pueblo, de tapia, naturalmente. Le atribuyo una edad de dos siglos, y probablemente tenga más, con  diversas reformas a lo largo de ese tiempo, pero sin perder sus paredes de barro de entre 80 y 90 centímetros de grosor, según las zonas. Tiene menos huecos que las casas modernas y más pequeños, tanto puertas como ventanas.
Este ventanuco daba a una calleja muy estrecha que la separaba de la casa vecina, hoy derribada.

Cuenta con una particularidad, que era más frecuente en las casas antiguas, un patio interior bastante amplio con dependencias para ganado de corral y el brocal de un pozo en el centro. Medio pueblo se asentó sobre una especie de laguna de aguas someras, un humedal que se fue desecando y del que ya no queda más testimonio que los pozos de algunas antiguas viviendas como ésta.

La madera del ventano es de roble que, con la encina, es el árbol más potente de la región. Sin pintura ha resistido a la intemperie y podría durar otros tres siglos como poco. Dudo que haya recibido siquiera alguna mano de aceite de linaza, un producto que se obtenía en el pueblo desde los años cuarenta al hilo de las plantaciones de lino, de su semilla.

Pensé si sería enclastrada en la tapia con posterioridad a la construcción de ésta, ya que no tiene costero sobre ella que soporte y reparta el peso, debieron dejar el espacio entre dos paños, colocar el marco y rellenar los huecos con adobes, que es lo que hay a su alrededor, bajo una gruesa capa de barro de mantenimiento.
Después ya observé que la mayoría de las ventanas más viejas, y sobre todo estas ventanucas, tampoco tenían esa tabla superior defensiva y niveladora, suelen ser pequeñas y de maderos muy gruesos, mucho más sólidas que las posteriores, por lo que no precisan esa ayuda y soportan sin alterarse el peso de la tapia y el paso del tiempo.

Me siento muy arropado en el inicio de estos capítulos por el interés que ha mostrado Valentín Cabañas (carasur), y creo que es un privilegio para mí, para cualquiera, contar con un interlocutor que puede enseñar más de lo que aprende y lo explicaría mejor que yo, que soy un diletante en el oficio, y sin embargo dialoga. Cuatro ojos ven más que dos. ¡Gracias, Valiente! Palikari, te llamaría en griego.

Vamos a relajar brevemente con una del Koala, el agrolux? del país, al estilo de Zapato Veloz, Zoy arbañí (Soy albañil, para los traductores, ya se ve, coño!).


Sólo echo en falta, y me inquieta un poco, la ausencia de Alberto, el Capi del Teach (Desde la popa), que es arquitecto, y de manera intencionada, por Andrés Edo y por él, abrí esta etiqueta de Arquitectura. Entonces ejercía todavía de moska kogonera en el barco, ya muy mareada, y me parecía que...

Eran modos elegantes
enredando entre calzones
de urgarle los comezones
de tocarle los kogones
de adobar los cataplines,
 entre muy diversos fines. 
Eran modos elegantes.

No sé cómo interpretar su silencio, por eso me intranquiliza. A ver si meto el cuezo a conciencia en este serial y me sacude un sopapo de medio lao como a la mosca que soy, miga, μύγα, en griego.
La traducción que me proponen para "Mosca cojonera", es Alogómiga, Αλογόμυγα, literalmente "Mosca de caballo". No sé si sería correcto decir Miga ton orjidion, o sea Mosca de los cojones (que debe ser de las orquídeas...). También, Petakste bales, Πετάξτε μπάλες algo así como Volando (γύρω, around, alrededor de) las bolas, ¡Los Cojones Voladores que suena a Mohinos Escocíos!, y mejor, definitivamente Πετάξτε των όρχεων, Petakste ton órgeon, a lo libre, Circunvolando los huevos.

¡Cómo nos divierten tus crónicas del regreso, Capi, aunque sean agridulces no pierdes la guasa!.

Cuánta palabrería, Dèu meu, quanta xerrameca!  

Laurie Anderson, Language is a virus.

Υγεία,  Salut!

La moska kogonera