miércoles, 27 de junio de 2012

Sombras en el suelo


Oviedo, primavera 2012.

En el supermercado


Buenos días. Como en el caso de la terraza tengo otra buena colección de sombras en la calle, asfalto, acera, en el suelo, en paredes, escaleras... . Haré media docena de entradas con ese título y trataré de intercalar cuento y realidad en ellas, como en el resto de las series. Lo que no sé es la frecuencia de aparición pero las numeraré y en esta etiqueta estarán juntas y espero que vayan seguidas.

Estas tres son de las que me encuentro los días soleados camino del supermercado cuando salgo a la compra mañanera. Puse otra hace un mes de una farola sobre estas mismas losetas recordando a Belén Lozano (crecer), que tenía varias, le gustan las farolas y ha fotografiado muchas veces estas mismas de Oviedo. En próximos capítulos tal vez repita con otra parecida a aquella.

El semáforo de la primera imagen está enfrente de la entrada de la tienda y ahí, como después dentro del Super M, me codeo sobre todo con mujeres, que siguen siendo las que hacen mayoritariamente la compra a diario. Se pueden ver algunos hombres cumpliendo el recadín o comprando el pan, pero en lugares digamos más especializados como la frutería, carnicería o pescadería somos todavía inmensa minoría.
Pero no creáis que todas las mujeres de la cola te van a mimar porque seas el único hombre, ¡quiá!. Alguna te mira de reojo, otra se te quiere colar, la de más allá piensa que te perdiste y la mayoría te perdona la vida.

Pero también tengo que decir que las hay muy buenas, te ofrecen una receta para el pescado sobre la marcha, te aconsejan acerca de la madurez o dulzura de una fruta que ya probaron (¡y no veas el simbolismo que hay ahí!), te dicen un remedio casero para el moquillo, o te cuentan con pelos y señales la última operación a corazón abierto que sufrió su marido, con by pass y toda la pesca, ¡Que está el pobre hecho una pasa!...

Las mejores son las abuelas y yo me llevo muy bien con las abuelas, con las griegas y con las españolas que son a las que conozco y trato.
Son las que te saludan con una sonrisa, las que te ven y te reconocen, las que charlan un poco mientras esperan contigo en la cola del pan o de la caja, las que te cogen con ternura por el brazo, las que te preguntan,  ¿Y los fíos?, ¿Ke ta pediá?, ¿Y los niños?...

Oviedo 2012.

También encuentras samtaim alguna vez, a una vieja cascarrabias que nada más verte la barba se le pone un letrero en la frente que reza: COMUNISTA o DELINCUENTE o ¡QUÉ ASCO!. Pero son las menos.

El otro día en la cola de la carnicería se me acercó al pantalón y se agarró a la bragueta un niño de un par de años, inseguro pero atrevido. Habíamos sintonizado visualmente, le guiñé un ojo y mi aspecto debió divertirle porque se soltó de la abuela y vino directo con cara de risa.
Yo también había cruzado miradas con la paisana que ya no contestó a mis buenos días y le había aparecido una banda frontal con el letrero PORDIOSERO. Era de estas muy maquilladas y empelucadas, con mucho brillo joyero y alamares varios en cuellosorejasymanos.

¿Cómo acercar sus lindas manitas gotosas a la sucia bragueta de un pobre para rescatar al valiente nietecillo? La vieja se debatía en una duda transcendental mordiéndose los labios muy bien perfilados de carmín suave y elegante, en rosa.

Estaba recreándome en la escena, regodeándome realmente, porque el guajín ni apretaba ni él corría peligro de agarrar ladillas. La abuela me miró a la cara arrugando el gesto con odio y por fin aparté al niño y, ya separado de mí, le iba a acariciar la cabeza cuando la bruja me lo arrebató como si lo rescatara del demonio.

Le dio tanto coraje, ¡que agarró de mala manera al niño de la mano, cogió el carro y se fue de la cola!
¡Hay gente pa to!

Después me los volví a encontrar en la panadería pero llevaba al rapaz grapao, y el pequeñín, que me miraba, parecía decirme con los ojos, ¡Cría abuelas!...


Ramiro Rodríguez Prada.


Oviedo, primavera 2012.

Novedades que ya no lo son tanto porque he ido refiriéndome a ellas en días previos, o por lo menos a ciertos cambios al hilo de la necesidad. Voy a faltar un par de semanas entre pitos y flautas, tenemos mucho curro y debemos algunas visitas ineludibles y, por supuesto, queridas. Como no sé si tendré tiempo ni si podré usar el ordenador, lo más probable es que prescinda de él por lo menos hasta el 8 de julio, y de ahí en adelante tampoco tengo segura la entrada diaria.

Sin embargo estoy intentando solventar este primer escollo, justo cuando voy a cumplir el primer año, para que haya un mínimo de continuidad. Poco después esperamos coger vacaciones, por lo tanto la ausencia se prolongará, con algún probable corto intervalo, hasta el 15 de agosto, quizá más allá.
Nunca programé las entradas porque no me había parado a mirar cómo se hacía, pero ya aprendí, era otra tontería. Falta que disponga de tiempo suficiente para preparar unas pocas.

Si en este mes y medio de intermitencias queréis comentar alguna entrada seguramente tendréis que esperar por la respuesta, pero contestaré a todos uno por uno en cuanto pueda. Eso pretendo.
Después de esa fecha mi intención es continuar con el blog pero con algunos cambios, sobre todo de frecuencia en las entradas: no puedo mantener el ritmo actual de este espacio.

Y res mes, queridas niñas y niños, que seáis moderadamente felices este verano y ante todo salud, mucha calma, buen apetito y que durmáis mucho y bien, eso mismo deseo para mí. Cambio el Cantábrico por el Mediterráneo por una temporada.

Vainica Doble - Escrito Con Sal y Brea / Coloniales y Ultramarinos.



Ra.