lunes, 8 de octubre de 2012

Lizy y Diamandís, la paella


El perro en el Toyota de trabajo de Lisi y Diamandís.
Santos Apóstoles. Eubea 2012.

La paella


A Diamandís lo conocí el año pasado, yo creo que en lo de Stavrula, pero no fue de los hombres con los que llegué a charlar, no baja al puerto todos los días y debimos coincidir pocas veces. El día que Giannis Tsakós nos llevó a la playa de Geromili me reconoció y me saludó en el chiringuito, donde reposaban entre baño y baño, y me presentó a Lizy, Lisi, su mujer.
Fue un momento en que no tenía cerca el auxilio de Giannis o de la mi morena ejerciendo de traductores y se produjo una confusión que traería cola. Aunque no temáis, sin consecuencias o todas buenas.

Diamandís me contó que vivían en una casa solitaria, en lo alto de la montaña que había detrás, más arriba de Petriés, el pueblo de Giannis. El caso es que nos invitaba a comer con ellos una día en su casa. Lo agradecí y le dije que no teníamos coche, él se ofreció a bajar a buscarnos en el suyo. Entendí también que a su mujer le gustaba la paella y que iba a hacer una ese día. Le contesté que de acuerdo y me fui con los colegas.

Dos días después nos volvimos a ver en lo de Stavrula y me preguntó si seguía en pie la aceptación de su ofrecimiento. Respondí que por supuesto y me dice, Vale, entonces mañana por la mañana nos vemos aquí y ya compramos lo que haga falta.
Ese plural me dejó temblando. No pude quitarlo de la cabeza en todo el día y por la noche despertaba soñando con paelleras del tamaño de la plaza de toros de Las Ventas. ¡Jesús me ampare!

La pregunta estaba clara. Nada más aparecer por la mañana, bien pronto como es su costumbre, yo me había bañado ese día aún más temprano a ver si el frescor del amanecer me ponía lúcido para explicárselo mejor, nada más asomar a la tertulia mañanera de Spiros le espeté temblando,

 ¿Quién va a cocinar la paella?

Tú!, me dice sorprendido.

¡¡¿¿Egóóóó?!!, yoooó?!!... . Me lo temía.

Y ahí me veis a mí, el cocineru de la casa, sacando recursos lingüísticos y expresivos de la nada para intentar hacerle comprender que sin el menaje e ingredientes precisos yo no me podía comprometer a cocinar una paella para seis personas en una cacerola normal. Podía intentar un arroz caldoso con pescao, u otro bodrio más o menos, pero no una paella.

Eché mano de todos los trucos para librarme de tan duro compromiso. Le expliqué que necesitábamos un fuego muy grande para repartirlo por el culo de una paellera, y abría los brazos para señalar el tamaño gigantesco del utensilio, y un dedo encima de otro para indicarle la altura que debía tener, que la paella era de la región valenciana, a mil kilómetros del norte, típica de aquellas tierras, hecha con su arròs, le pinté un mapa y escribí la palabra fabada (que nunca me salió bien ¡cágate lorito!) en el mar Cantábrico, junto a Gijón.

Lo del fuego yo mismo señalé que se solventaba con las brasas de una hoguera, pero lo de la paellera era condición sine qua non, y no teníamos...

La verdad es que yo estaba desolado, no era una cuestión de valor o miedo escénico, pero para mí una paella es algo muy serio y yo no juego con esas cosas a menos que tenga todas las cartas en la mano.  Y el pobre Diamandís estaba perplejo, le había quitado la miel de los labios.
Pero se rehizo inmediatamente y me dice, No te preocupes, Lizy cocina muy bien, haremos cena griega.
¡Salió el sol!

Mi amigo el Treparriscos dice que él la hubiera hecho de todos modos. ¡Soy un desastre, no me gradúo en cocina!

Cenamos dos veces en su casa la comida riquísima de Lizy. Pero como hablaré de ellos en más ocasiones, habrá tiempo de contar algo en otros capítulos.
Como tampoco tengo buenas fotos a pesar de todas las que les hice, ¡lo siento, Lizy!, y no los quiero sacar feos porque no lo son, he puesto la fotografía de uno de sus perros, pero sólo recuerdo el nombre de Bobo, el de aguas.

Πολλά φιλιά σε όλη την οικογένεια και την υγεία, φίλοι!

Ψαραντώνης,  Διαμαντί και Ρουπμπί. Psarandonis, Diamante y Rubí.

http://www.youtube.com/watch?v=m7_cPj_-XxU&feature=related

 
Salud.
 
Ramiro