lunes, 10 de diciembre de 2012

Κοκκινοτσιροβάκος της Εύβοιας, La curruca eubiota


La perna y los pinreles de la  Kurruka eubiota.
 Geromili. Petriés. Eubea, agosto 2012.

La Curruca carrasqueña oriental, Sylvia cantillans albistriata, subs. eubiota, también conocida por la Tsakonensis de San Juan, tiene su asiento en los alrededores de la capital de la isla de Eubea, y constituye uno de los más raros endemismos de todo el sur de Europa, pues esta subespecie concreta sólo es posible localizarla en dicho emplazamiento, pese a que la especie se distribuye por todos los territorios del Mediterráneo nororiental, incluida la costa turca, así como por el interior de Asia Menor, hasta el río Sangario, por lo menos... 

En la isla de Patmos, donde San Juan el Evangelista escribió el Apocalipsis, existe otra subespecie muy semejante y ésta es quizá la razón de que lleve también el nombre del apóstol amado de Cristo. 

Tiene la Tsakonensis varias pasiones confesables y algunas inconfesables, por lo menos aquí, como todo pájaro pardo.
Curruca en el nido, calentando y alimentando a la pollada.

Entre las confesables está en primer lugar su apego al nido. Raramente se aleja de sus lares esta avecilla y siempre en volidos cortos por áreas próximas. Frecuenta las orillas del Golfo de Eubea, se baña en sus hermosas playas de arena y, de cuando en cuando, se interna por caminos interiores bordeados de carrascos, que prestan el nombre a su especie.

Otra de sus pasiones es la Biología. Andando a caracoles, y otras formas de vida marina, animal y vegetal, por el borde del mar, en las playas de guijarros y entre los acantilados, este pajarín se olvida de todo, hasta de comer. Sabe que el nido con sus polluelos está bien atendido por su pareja, porque se trata de una subespecie muy familiar y con hembras altamente competentes, como en la gran mayoría de las especies, por otra parte.

A pesar de ser canora, tocar la guitarra, gustar del rebétiko y la psicodelia, tiene un canto más bien suave y dulce, pía en voz baja, sonríe y asiente. Sin ser muda, no es ave con mucho pico. En estas cosas me recuerda a otra curruca, el Mirlo rubio, aunque éste sopla la frauta.
Los dos cargan también con una cámara de afotar, vuelen donde vuelen, casi como un apéndice soldado a la rabadilla, o una rémora benigna.
Curruca carrasqueña (Sylvia cantillans
http://www.youtube.com/watch?v=sHJ8uWsDscs&feature=related

La  Karraskeña tsakonensis.  Pie entre sol y sombra.
Eubea. Grecia, verano 2012.
  
Porque la última pasión del Tsakonensis es la fotografía. No digo que sea la última de sus aficiones, no quisiera equivocarme estableciendo jerarquías, pero lo indudable son sus altas capacidades para las imágenes. Gran discípulo del Tàpies en sus ratos españoles.

Como es también curruca callejera, en varios sentidos απο δρόμος, αpodromos, de la calle, nos ofrece retazos pictóricos de las paredes, de enorme expresividad y vivo colorido, junto a otras de gran realismo o profunda tristeza, en las que se denuncia  la situación de deterioro del nicho ecológico en el que habitan las carrasqueñas como ella, nicho que hemos dado en llamar, para entendernos, Grecia, y Eubea como ejemplo concreto.

Si éste pájaro no aparece en la lista roja de las especies amenazadas, que todo es posible, se debe a su escasez. Quedan muy pocos ejemplares como él, contados, y pocos saben dónde construyen sus nidos, muchos pajarólogos los dan ya por desaparecidos.
Pero yo puedo dar fe de que, en medio de todas las fourtunas, tempestades y huracanes, la cóncava y frágil barquilla helena lucha aún con arrojo por mantenerse a flote, por sobrevivir.
Así de dura es la vida para algunas currucas pardas, queridas avitas, avichuelas?, que no es lo mismo que habichuelas.

Κοκκινοτσιροβάκος της Εύβοιας, el Kokinotsirobákos de Eubea, Chuck, Juanito Caricias, Υγεία, φίλε μου!, ¡Salud, amigo!.

Un tema intenso que me envió la Tsakonensis el mes pasado,
Sixteen Horsepower Flutter 2004 

 Cannavina Carduélis, pardilla común, rebétissa, psilikosa.