miércoles, 24 de abril de 2013

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Sueños angelicales


Salí a tirar la basura



La luminosidad fantástica de la calle me cegó al abrir la puerta del portal y salir a la noche. No vi que tenía a un tipo delante con la mano extendida, tardé en recuperar la vista. El hombre llevaba encima un chambergo miserable y musitaba algo, tal vez, ¡Una ayuda por favor!. Me fijé mejor en su cara al meter la mano en el bolso buscando una moneda. ¡Era un político muy conocido, de esos que nos están jodiendo a diario sin que podamos hacer nada! Últimamente había caído en desgracia, pero me extrañaba que un hombre con su poder hubiera llegado a esos extremos de miseria en tan poco tiempo. ¿Quién es usted?, le pregunté antes de depositar la moneda en su mano. ¡Era él! Esa noche yo llevaba a la basura un antiguo orinal de porcelana todo desportillado. Era una de esas reliquias heredadas del abuelo y que ya sólo se usaba para cocinar los riles de los cerdos en época de capa, riles que le enviamos todos los años en una fiambrera a un pariente obispo que tenemos en el Vaticano. Pues bien, agarré el orinal por el asa y en lugar de darle la moneda le metí un orinalazo como un campano en el lugar donde se coloca la tonsura y el bonete, cuando ya se volvía adivinándome la intención. El tipo debía de haber recibido mucho castigo en esa parte, porque el orinal rebotó y de vuelta me dio a mí en todo el morro. Me entró tanto coraje que solté la otra bolsa que llevaba y me lié detrás de él, corriendo y atizándole con la porcelana cuando lograba alcanzarlo, porque el jodío estaba más ligero que yo, con toda su apariencia de pobrecito indigente. Al llegar a la plaza al final de la calle yo ya no podía más, pero fueron las voces de unos vecinos defendiéndolo por lo que decidí dejarlo marchar. Cuando les dije, ¡Es Fulanito!, contestó uno ¿¡Ése hijoputa!?,¡dame el orinal!. Se lo dí y me volví a casa después de recoger la bolsa y tirarla en el cubo correspondiente. Tenía una fatiga del copón, pero me fui a la cama contento, la noche me parecía preciosa, pocas veces tenemos a nuestra disposición a un mamón auténtico, ¿o será a un auténtico mamón?



Músicos callejeros.   Toma ritmo.




Salud y felices pesadillas



ra

4 comentarios:

  1. Lo que no entiendo es por que querías tirar un orinal tan versátil, fuera del uso (o desuso) para el que estaba pensado, cocina y golpea políticos... ¡perdiste una ganga compañero!
    Besitos
    Viriato

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    1. Buen día, César. Una oportunidad como ésa no creo que se presente más de una vez en la vida, y el orinal tenía un agujero, ya no se podían cocinar los riles. Ahora no hay estañadores que arreglen los cacharros como en nuestra infancia. En un primer momento pensé mandárselo de regalo al pariente romano, lleno de chucherías que sé que le pirran, garrapiñadas, polvorones, pedos de monja, unas mantecadas de Astorga..., y que lo usara después de pisapapeles para su despacho. Él nació en La Cepeda, una zona vecina, pero marchó de niño con su familia a Cantarranas, Cádiz y vivió allí hasta que se ordenó sacerdote. Desde entoncenes ha vivido en el Vaticano. De joven era un poco maricuelu, pero cuando salió obispo llamó a una cocinera cepedana para que atendiera sus fogones, ¡es un comilón!, y le salieron más plumas que a la gallina Turuleta. Creo que los cerdos italianos están más hormonados que los españoles o que los riles de éstos tienen más testiculina, pero son Espe culaciones, me parece. Además, la cepedena no cocina bien los riles, sólo saben a ajo.

      No sufras por el orinal, que cumplió su función un siglo largo y no se podía exponer tal como estaba, sólo tenía un valor sentimental, muy atenuado ya, para mi familia, ¡ahí mearon y cagaron todos los parientes que me precedieron, aayyy!!! Dejemos morir lo que se acaba.

      Salud, picante!
      ramiro

      Salud

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  2. yo que tú no mandaba nada al Vaticano, a los orinales no le sientan bien las puntillas (he escrito puntillas, no putillas mal pensado)
    besitos

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    1. Es la vela al diablo, César. Si quiero que se me baje la exitation sólo tengo que pensar en un purpurado en su camerino haciendo fuerza sentado en el orinal bendecido: las ropas púrpura y el rostro cárdeno! Ásto dialo!!

      Besos.

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