miércoles, 3 de abril de 2013

Vassilikós versus Márkaris -2


Aerodromio Elefzerios Venizelos
Grecia, verano 2012

Cometarios al binomio Vassilikós-Márkaris


4. Literatura y cine

Otra característica importante de ambos narradores es la acción, en Petros Márkaris vivaz y directa, en Vassilis Vassilikós tortuosa y lenta, de acuerdo con sus respectivos ritmos y estilos.

Aunque las dos obras comparten virtudes cinemátográficas, es precisamente en el cine, escenario de la acción por antonomasia, donde hallamos esta aparente contradicción, ya que Márkaris, como guionista de varias películas de Teo Anguelopulos (La eternidad y un día, La mirada de Ulises...), colabora con un cine de ritmo lento y largo desarrollo introspectivo -como los planos de Teo-. Y, a la inversa, Vassilikós pone su novela al servicio de un cine de acción clásico y de menor calado poético (Kosta Gavras). Lo que, por otra parte, evidencia la distancia que media entre cine y literatura. Para empezar, hay que considerar la dirección del film como un factor decisivo en el resultado final, más que el propio guión, como parece razonable pensar.

No obstante, ya es un logro para los dos autores que sus argumentos no se reservaran para películas de serie B, como sucedió con el género negro en sus inicios hollywoodienses.
Y es que la novela policíaca hace muchos años que dejó de ser la pariente pobre de la prosa, o sus autores escritores de segunda fila. Muchas de aquellas cintas de bajo presupuesto están hoy entre las obras maestras de la cinematografía, y el negro es un género bien engrasado actualmente.

Mención aparte merece Petros como autor dramático o traductor (Brecht), aunque esto no lo podemos valorar ni ir más allá de la admiración.

Petros Márkaris, griego

A pesar de la influencia de los clásicos europeos,  el género negro en su forma actual llega a Europa en un viaje de ida y vuelta importado de Estados Unidos. Aspira a cierto internacionalismo impersonal, el que procura el dinero, el delito mafioso y el anonimato de las macrociudades de cualquier parte del mundo, lugar común de estos relatos.

Márkaris, contando también con el empujón de Montalván que él mismo reconoce, milita en ese palo, lo no quiere decir que renuncie en absoluto al mundo real griego en que se desarrolla la acción, o a la memoria histórica de su país, lo he venido señalando a lo largo del trabajo -y Jaritos no es el único, ahí tenemos a Carvalho-. Todo lo contrario, Petros se nos muestra profundamente griego, tanto que sus novelas nos parecen una continuidad, por otra vía, de la mejor novelística helena del último siglo. Su internacionalismo sigue la ruta inversa a la del modelo americano: de lo particular a lo general, del localismo griego, vernáculo, al ejemplo ético más universal.
Por eso, pese a su elección de un modelo importado, Márkaris aquí no puede ni podría ser otra cosa que un escritor griego

Como pequeño ejemplo, entre otros muchos rincones donde se puede ver su greciedad, utilizando un adjetivo de Ritsos, está la mención que hace en sus tres novelas de Koritzá, en el sur de Albania. Es una plaza arvanítica, greco-albanesa, siempre a expensas de las mareas de la Historia, incrustada en la memoria colectiva de la Grecia contemporánea, tanto como lo pueda estar Lambrakis (K) en el recuerdo de los nacidos en los 50. No es casualidad que las novelas traten de albaneses, no sólo por su masiva presencia durante años, que también.

Koritzá, como Aivalí, por ejemplo, en la costa de Asia Menor al norte de Esmirna, es una espina clavada en el corazón de los griegos y muchos de sus escritores han llorado la pérdida de aquella Chica, que es lo que significa en castellano, o la han recordado con nostalgia. El propio Yorgos Seferis, que en 1936 estuvo destinado allí como diplomático, hace un apunte en su diario, Meres, Días, viajando en tren hacia ella, que por su gracia quita un poco de hierro a a ese puñal en el alma griega (Traducción de Vicente Fernández):

"Voy con un judío de Salónica que dice kulómetros en lugar de kilómetros".

Monastiraki. Atenas.
Grecia  2012.

Si recordamos que unos años después de ese viaje, Koritzá volvería a ser griega por unos meses, para volver a perderla, que los judíos de Salónica serían eliminados en masa por los nazis y que, a partir de ahí aumentarían las desgracias para la Grecia moderna, comprenderemos mejor las menciones de Márkaris a la ciudad y otro porqué de Albania y los albaneses.

Por supuesto, sin perder de vista la importancia de los acontecimientos que precipitaron la descomposición del régimen comunista albanés o la quiebra de su heredero, protocapitalismo salvaje o piratería estatal, ¡pleonasmos!. Ni las guerras y descomposición de Yugoeslavia, situaciones coyunturales que influyeron en la vida diaria griega y justifican por si solas el tema recurrente albanés en las novelas, o el balcánico en general, toda vez que fueron esos conflictos los que dispararon la emigración y con ella la pobreza, la indefensión y la delincuencia mafiosa que se le asocia. Asuntos todos ellos tratados y denunciados por Petros a través de la trama de sus historias, caldo de cultivo, y volvemos al principio, del género policíaco y por extensión de la literatura social y realista, no del realismo socialista del que hablábamos al hilo de algunos aspectos de las novelas de Vassilikós.

También ese realismo aspira a retratar lo real, pero tiende a deslizar peligrosamente hacia el Kitsch o el Naïf (desproporcionado, plano, sin perspectiva, hipertrofiado, engañoso, conservador...) y se aleja del arte comprometido con una realidad no distorsionada que, además, no obedece al partido. Y me estoy refiriendo ahora en especial al postrero cuando, autoplagiándose, como todo arte establecido e integrado, se convirtió en un remedo de si mismo y en nuevo artificio e instrumento del poder.


Isabel M. Melendi.

Ramiro Rodríguez Prada.


P.D. Hasta aquí la pequeña serie sobre Márkaris y Vassilikós. Añadiré que si alguna idea u opinión resulta chocante o extravagante a alguien, supongo que será en buena medida responsabilidad nuestra, porque se trata de opiniones personales fruto de las lecturas señaladas en otros capítulos, ideas que no van a misa ni lo pretenden, pero son nuestras.

La despedida es una canción muy conocida de Batis que me había enviado hace tiempo Yiannis Tsakós, apodromos. Cuatro colegas en el Pireo se fuman unos canutos para combatir la crisis de ese año. Batis se refería a 1934, pero ya vemos que la cosa no se quedó ahí, porque aquí sigue... . Vale.

Μπάτης.   Καμηλιέρικο.

http://youtu.be/H6TD4S90qAk

Γλέπω τέσσεροι παρέα κι όλοι από τον Περαία
Και 'φουρμένανε χασίσι με τη φετινή τη κρίση
με τη φετινή τη κρίση και 'φουρμένανε χασίσι

Salud y buenos días.

4 comentarios:

  1. Me gustaría decir algo, pero no puedo, nunca leí a Vassilikos, sí a Markaris. Lo pondré en la lista interminable de cosas por leer y entonces contestaré. De todas maneras se agradecen estos comentarios.
    Lo que sí me parece curioso es lo que decís sobre Markaris colaborando con el cine intimista de Angelópulos y Vassilikos, según vosotros de ritmo más lento y tortuoso, con el cine de acción de Gavras.

    Un saludo y no os canséis... de leer.

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    1. Hola, Ana. Creo que Vassilikós tenía una tercera novela corta traducida que leímos y no recordamos, El forense no nos gustó, Z es la mejor sin duda. Lo que pasa es que debe estar todo agotado, como sucede con la mayoría de lo que salió hasta los 90; de Kazantzakis por ejemplo es imposible encontrar nada, ni en lo de viejo, ni en las públicas ya. No sé porqué no se traducen o reeditan algunas, o sí lo sabemos... pero no podemos hacer nada: no se lee y la cultura es una probetona.
      Hace pocos años tradujeron por primera vez del griego y editaron La Papisa Juana de Roidis, la única edición disponible hasta entonces era una de Edhasa del 77, de una adaptación de Larry Durrell al inglés ¡de 1954, el año que yo nací, joder!, y es una obra maestra, no sé si fundamental pero sí muy importante. Y dije disponible, pero miento, porque ésa estaba también agotada y descatalogada desde hacía 30 años. ¡Así que mira cómo estamos! Nosotros todo eso lo hemos leído de las bibliotecas públicas, que cada día están menos dotadas, por cierto. De los Diálogos de Platón, en cambio, debe haber donde vamos una docena de ejemplares por lo menos, y que conste que no tenemos nada contra Sócrates, como supondrás.

      De leer no cansamos, pero yo sí que canso a veces de esto, le dedico muchas horas. El año pasado decía por ahí que iba a aflojar, pero ye igual, a ver cómo resuelvo, de momento sigo.

      Un abrazo y salud!
      ramiro

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  2. Tu dices que te cansas y que te lleva mucho tiempo escribir una entrada, a mi me lleva días pensando en lo mismo ¿Vale la pena?
    De momento aprendo griego, traduciendo, aprendo mitología, husmeando y para esta última hasta me he leído "El banquete" de Platón.
    El día que deje de tener curiosidad es que me estaré muriendo. Hasta entoces...

    Muchos besos colega.

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    1. Claro, yo también aprendo mucho, de la mayoría de los músicos que conocía, por ejemplo, he escuchado más canciones nuevas en el último año y medio, que en los 25 anteriores, tal cual. Cuando empecé no encontraba ni las letras griegas en el teclado, tenía que andar probando. Para los idiomas soy un zote, pero siempre queda algo.
      Podría dejar el blog pero no esa curiosidad de la que hablas, vale la pena, por supuesto.

      Más besos, kapetánissa!

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