jueves, 27 de junio de 2013

Aeropuerto


Aeropuerto del Prat.
Barcelona  2012.

La confesión


Estaba  sentado solo, cosa rara incluso tratándose de una zona apartada del aeropuerto, faltaban aún varias horas para embarcar y me quedé guardando el equipaje de mano, mientras mi compañera y los chavales daban una vuelta por las tiendas, que además no son mi pasatiempo favorito.
Llegó un paisano mayor y en lugar de ocupar uno de los muchos asientos libres se sentó a mi lado.

¿¡Qué hay!?, dijo por todo saludo, mirándome a los ojos.

Me pareció extraño tantas confianzas entre desconocidos y tal vez contesté con alguna sequedad.
Hola, dije.

Sin darse por aludido el hombre empezó a rajar. Estaba esperando a una cubana que había conocido el verano anterior en La Habana en un viaje turístico a la isla, para pensionistas. Se giró y me guiñó un ojo. No contesté y preferí la inexpresividad porque no me gustan los alardes de los machotes y rijosos. El paisano no se inmutó y continuó con el relato de sus hazañas, que por lo que siguió no eran tales, en realidad casi estaba haciendo un autorretrato biográfico.

Temía que la mujer, a la que había enviado dinero para los billetes, le diera esquinazo. Llevaba todo el día esperando por ella y ya sólo quedaba por aterrizar un avión en el que pudiera venir. Contó que él había estado casado y tenía dos nietos, que su esposa había muerto y que a sus ochenta años, según su expresión, todavía le tiraba la bragueta. Yo callaba.

El hombre hablaba sin parar y sin mirarme la mayor parte del tiempo, parecía estar confesándose, y a medida que lo hacía fue creciendo en mí la sensación de que lo conocía, de algo muy familiar en él. Intenté situarlo mentalmente en un escenario menos brillante que el de un aeropuerto, pero no conseguí engarzarlo con alguna imagen propia que me diera una pista y, en definitiva, hay muchas personas que se parecen.

Contaba que llevaba dos años solo y que necesitaba una mujer, ¡Quién me lo iba a decir a mí!; y me encaró de nuevo, riendo. ¡Sí hombre!, continuó, Porque antes fui cura, ¡hasta cerca de los cuarenta años!, después colgué los hábitos. ¡Ya no aguantaba más!, añadió enfático como si acabara de confesar un sacrilegio.

Debió estar una media hora hablando, sólo al final llegué a asentir y a contestar con algún monosílabo. No podía apartar de la cabeza la idea de que a ese hombre lo había conocido antes, no medité lo suficiente en su anterior condición de mosén, pero creí reconocer incluso el olor de su aliento.

Se fue cuando anunciaron el vuelo que esperaba, y mientras se alejaba me pareció que hasta sus andares me resultaban familiares.

Late.   Riverside



El Prat del Llobregat,  agosto 2012

Al cuarto de hora empezaron a cruzar pasajeros del vuelo que el paisano esperaba, lo puedo asegurar porque el abuelo traía cogida del brazo a su cubanita, ¡y menuda cubanita, una bomba!. Cincuenta años más joven que el hombre, al que le sacaba la cabeza. Entre el culo y la espetera de la hembra iba el paisa como si llevara a una pantera negra cogida por una pata. Cuando pasaron a mi altura se giró para sonreír y guiñarme un ojo y, según se iban alejando, por cómo agarraba el remo de la morena, lo reconocí.

¡Increible!, fue lo que dije en voz alta, aunque seguía solo.

¡Don Jesús, el primer confesor que tuve en el internado!. Que lo era también de todos los atorrantes del colegio, porque era el único que no preguntaba, ¿Cuántas veces?, y le bastaba un  Pequé contra la pureza, a secas. Todavía conservaba su leve halitosis, ¡¿cómo no lo reconocí en ese momento!?

Era él, sin duda. ¿Me había reconocido él a mi?. Lo dudo, yo era un niño entonces. Cuantas veces me cogería así del brazo y lo vería cogiendo a otros compañeros del mismo modo, mientras nos confesaba paseando, porque era el más moderno de todos los curas de aquel antro. De hecho, después siempre me he preguntado qué pintaba allí ese hombre, donde abundaba más la pluma que el pelo, él, que era de los curas que se rascaba los cojones por encima de la sotana delante de todos, como un gesto casi reflejo, cuando la arremangaba para jugar al fútbol con nosotros.

Ramiro Rodríguez Prada


Late.   It's been a long time.


Salut!

4 comentarios:

  1. Mmmm fantàstiques fotografies Ramiro.
    Demà quan passi per allà em fixaré a veure si veig alguna parella d'aquestes tan divertides... a saber! Si se m'assenta algú al costat mentres esperes no sé, però en el avió no et pots escapar si el del costat va rajant i té halitosis, juas!
    Veig que has seguit amb les nves incorporacions de LAte... m'ha fet il·lusió
    petons i bona nit!
    txell

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Txell. Això de la halitosi és una putada, i el pitjor és que molts, els pobres, no s'adonen quan la pateixen, llavors és com una malaltia diferida que es passa a l'interlocutor. La d'aquest capellà no era de les pitjors. Espero que no et toqui tampoc un mut, i que et diverteixis!
      Encara tenen poques coses a youtube Late, però parlant de Barcelona i del Llobregat, em va semblar oportú.
      Demà hi ha una altra història, una altra música i altres dues fotos.

      Moltes gràcies, generosa!

      Salut i petons!
      ramiro

      Eliminar
  2. Está bien un cura que cuelgue la sotana, con la de ellos que habría que colgarlos de ella.
    Besitos
    Viriato

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡A la mayoría, y más aún a sus jefes!, pero el que hay detrás de este paisano era de los pocos que merecía el respeto que tanto reclaman de los demás..., después de obligarte a comulgar con hostias inconmensurables!.
      Besos.
      ramiro

      Eliminar