sábado, 31 de agosto de 2013

Desahucio e intemperie


Residuos, témpera. Espátula.
Ramiro Rodríguez Prada, 2001.

Siguiriyas de la intemperie

Comiendo cangrejos
en la morería
te tiré los tejos

Huntitos loh doh
pero no tan huntos
que jase calóh

A la vera vera
del río nos vimos
de la primavera

Tu mare no quiere
verme hunto a ti
c'un payo prefiere

Agarraste el sobre
y huiste de min
dejándome pobre

Vivo a la intemperie
me farta el cariño
y un Audi de serie 


Soleás del amor desahuciado

(Una noche de verano
antes de que llegue el frío
croan la rana y el rano)

Más solito que la una
para las dos no te espero
y ya se escondió la luna 

Haciéndonos arrumacos
dejamos la puerta abierta
y nos entraron los cacos

Te fuiste con los dineros
de toíto el vecindario
mis ahorros los primeros

Hay un Banco mu bonito
donde m' acuesto contigo
dende que perdí el pisito

Yo te quiero con locura 
pero después del desahucio
la cama se me hace dura

Me diste de calabazas
aunque fui bueno contigo
no te gustaron mis trazas


De  Letrillas escangallás. 2013.

Ramiro

P. D. Música sugerencia del blog  ¿Qué oyen mis oídos?

Krema Kawa.   J'aime ta couleur.


Salud.

viernes, 30 de agosto de 2013

Reflejos Oviedo -2


Oviedo  2012.

Espejos -2


Ya estaba liada. Al momento llegó el compañero que, con mejores maneras y tratándome de usted, me invitó a entrar con ellos al vestíbulo.

Habían llamado a la policía, según dijeron, y me ofrecieron una silla para esperarla en una especie de pequeño cuerpo de guardia, con un escritorio frente al que se sentaba el que por edad debía ser el jefe de seguridad.
El hombre levantó la cabeza cuando entré, me dijo buenos días y siguió a lo suyo en el ordenador. El primer mastín que me habían envizcado estaba de pie a mi lado sin quitarme la vista de encima. De todas maneras no pensaba echar a correr y ese día no tenía mucha prisa.

Como no volvieron a preguntarme y tampoco tenía ganas de andar en explicaciones, no abrí la boca para decir porqué miraba dentro de las oficinas o, por ejemplo, que era un vecino del barrio, inofensivo y buen ciudadano, pagador de sus impuestos, que vivía unos cincuenta metros más allá en un portal de esa misma calle, o que había coincidido muchas veces en una cafetería que frecuentaban los seguratas, entre otros con el que yo tomé, sólo por los galones de la edad, por su jefe.

Me resultaba irrisorio y absurdo todo aquello, e irritante, por supuesto. ¡Vaya unos fisonomistas de los huevos para trabajar en seguridad!
Vuelvo a repetir que no tengo complejo de ser centro de atención de nada, pero tampoco pasa desapercibida una barba como la mía. Es increíble que en los veinte años que llevaba viviendo en el barrio no me reconociera nadie, como yo a su capataz, eso indica que algunos andan por el mundo como ceporros o auténticos zombis. Y muchos incluso van armados.

Estuve unos diez minutos sentado, cuando al fin llegó la policía. Me levanté al verlos franquear la puerta principal, la del cuerpo de guardia estaba abierta y veía entrar y salir a la gente del edificio, y pasar por los arcos detectores de metales.

Antes de que el primer policía llegara al despacho de los celadores vi a mi hombre. Salía de la zona de la redacción del periódico y eso, que saliera del periódico, algo que antes no había significado nada para mí, hizo que lo reconociera. Porque, además, se trataba de un viejo amigo que hacía años que no veía y del que había perdido la pista.
Luego me enteraría de que salía a comer el pincho de la mañana a un bar cercano y de que hacía un par de meses que trabajaba en el periódico y aquel sería su último destino, antes del retiro.

Lo llamé por su nombre desde la puerta del despachito y tardó en reconocerme a causa de mi barba.
Nos separamos siendo todavía jóvenes, unos imberbes y los dos habíamos envejecido, él lucía ahora una calva casi total, aunque me pareció bien conservado y con  su cara risueña que siempre transmitía dinamismo y buen humor.
Cuando se dio cuenta de quién era se acercó, ¡Coñooooo!..., y me dio un abrazo delante de todos. Es un paisanón y me enterró en el pecho.

Sólo entonces se percató de que estaba casi rodeado por los dos policías, el jefe de seguridad y el mastín. ¿Qué pasa?, dijo dirigiéndose al jefe.
¿Le conoce?, contestó señalándome.
¿A quién, a éste?, preguntó mi colega cogiéndome por el cuello en otro abrazo, ¡Desde niño!.


Llamaquique.  Oviedo  2012.

Después, comiendo unos pinchos y tomando unas cervezas en el bar nos reíamos los dos cuando le conté la movida.

Él había venido desde la capital a esta pequeña ciudad de provincias para trabajar de jefe de redacción del periódico, dejando un mejor destino en el grupo a cambio de instalarse para su jubilación en la tierra de su esposa. Se alegró de encontrarme porque no tenía amigos aquí y se sentía un poco desubicado. Quedé de salir todas las mañanas que me fuera posible a comerme el pincho con él en su media hora libre. Y ya tendríamos tiempo de reverdecer la antigua camaradería.

Toda la ridícula peripecia resultó ser una casualidad con buen final. Pero lo que no me pude explicar fue cómo vi yo su cara a través del cristal si, según me aseguró muy serio, su despacho estaba en el primer piso y no en la planta baja, por donde no había pasado más que un par de veces desde que se hizo cargo de la redacción, y desde luego no lo había hecho ni esa mañana, ni en toda la semana...


Ramiro Rodríguez Prada


Stephan Micus.  Dancing with the morning.



Salud.

jueves, 29 de agosto de 2013

Reflejos Oviedo


Llamaquique. Oviedo  2012.

Espejos


Paso casi todos los días por delante de ese edificio de oficinas. No tiene especial interés, ni arquitectónico ni estético, que viene a ser un pleonasmo. La fachada está acristalada de arriba abajo, con esos cristales un poco tintados que dejan pasar la luz pero impiden ver con claridad el interior. Es una acera ancha y suelo caminar siempre a dos o tres metros de los ventanales, de manera que me veo de la cintura para arriba reflejado en la cristalera.

Estoy seguro de que no es por narcisismo, para comprobar cómo me veo de guapo, porque hay días que me lavo, me peino, salgo de casa, pero no recuerdo haberme mirado al espejo. Sin embargo, indefectiblemente, giro la cabeza hacia la fachada de esa casa y vuelvo a ver los reflejos del edificio de enfrente, de la luz y de mi mismo caminando. Lo hago de manera automática y no fijo mucho las imágenes, es apenas un vistazo lateral.

En alguna ocasión, cuando el sol no incide directamente en los cristales, se puede ver el trajín de la gente trabajando en la planta baja, ocupada por la central administrativa de una gran empresa y la redacción de un periódico local.
Hay dos entradas desde la calle que se comunican en el vestíbulo y usan indistintamente trabajadores de ambas firmas y el público en general que necesita visitar las oficinas. Como quiera que sea, es preciso pasar un control de seguridad antes de acceder a los locales propiamente dichos.

No sé por qué motivo me desagradaba esa mirada lateral que se me escapaba siempre al pasar, quizás porque no me gusta el edificio, o por el color de los cristales, o tal vez porque me molesta ser observado sin que yo lo sepa. La historia tiene que ver con esto.

Un día tuve la sensación de que tropezaba con la mirada de alguien al otro lado del cristal. No le di importancia, sólo veía siluetas y tampoco sería raro que alguien estuviera mirando a la calle y se cruzara la vista conmigo por pura casualidad. Muchos de los oficinistas y redactores tienen sus mesas de trabajo al borde mismo del ventanal, es lógico pensar que de cuando en cuando se les vaya la vista a la calle.

Hasta aquí todo normal. Pero al día siguiente se volvió a repetir la escena y lo mismo sucedió en los cinco o seis que siguieron.

Al final decidí pasar más cerca de la casa, e incluso parar y mirar si volvía a sentir lo mismo. Tal cual. En el momento de volver la cara al llegar a la ventana desde donde creía ser observado, vi claramente el rostro de alguien sobre el que se sobreponía el reflejo de mi propia cara. No lo podía distinguir con claridad y, sin cortarme y no es broma hablando de cristales, arrimé la cara al ventanal y atisbé en el interior. La gente trabajaba enfrascada en lo suyo sin atender a lo que sucedía en la acera.

Llamaquique.  Oviedo  2012

Me fui a casa un poco mosqueado y a la mañana siguiente hice lo mismo. Esta vez tuve la certeza de que allí había una persona mirándome, en otras ocasiones mi barba desfiguraba los rasgos del mirón, pero esta vez vi su cara un poco desplazada de mi propio reflejo y hasta me pareció una persona conocida. Pero al escucar en el interior no vi tampoco a nadie vuelto hacia los ventanales, los más movían un ratón atentos sólo a las pantallas de sus ordenadores.

Alguien debió avisar a los seguratas de que un tipo raro andaba controlando el interior de la oficina, porque salió un matoncete y me increpó ya antes de llegar a donde yo estaba parado.
¡Qué haces ahí!, me dice acercándose el zoquete, que por edad podría ser mi hijo.
Lo de un tipo raro lo digo aceptando ya que mis luengas barbas blancas y largos cabellos, junto a unas ropas sencillas, pueden darme el aspecto de un abuelete pobre. Pero nada más, no creo que haya nada amenazador en mi humilde persona.

¡Que haces mirando por el cristal!, volvió a tutearme de malos modos cuando llegó a mi altura.
¡Pintándome los labios, no te jode! ¡A ti qué te importa!

No le gustó la respuesta y me agarró por un brazo. ¡Ya empezamos!, pensé.
Haz el favor de soltarme, le dije tranquila y educadamente.
Soltó pero me cerraba el paso con su corpachón de madero de gimnasio. Me dice, No te muevas que vamos a identificarte. Y llamó a un compañero por una emisora colgada del brazo.
¿Quién cojones te crees que eres, rapaz?, no puedes retenerme.
Enséñame el carnet de identidad y te dejo marchar.
¡El carnet se lo enseño a la policía por orden judicial, no te jode!

Me leyó la cartilla que aprendió de memoria con mucha dificultad: Nuestra obligación es identificar a cualquier sospechoso que se acerque al edificio.
¡Sospechoso de qué, chaval!
Eso ya lo dirá la Policía.

(continuará...)

Ramiro


Stephan Micus.  Passing cloud.

http://www.youtube.com/watch?v=T5JHnsgWRvY

Salud.

martes, 27 de agosto de 2013

Menús culares -3. Los políticos.


Para tirar del teto.
Asturias,  2012.


YA MAMÉ GORRIÓN
(Δημοκρατική Κουζίνα)



CARTA



Entrantes y Especialidades

Chorizos de todas las regiones del país.
Lincencias al gusto con sobornos jugosos.
Bárcenas  rellenas de morcilla rancia.
Potarros al potorro madrileño recocido. 
Frijoles preñados de pasta gansa a la siciliana.
 Descuideros maduros al nada por aquí nada por allá.
Gurriones a la brasa con trigo sarraceno y alpiste estatal.
Sesos de votantes ingenuos rebozaos de mierda pura.
Auténtica paella valenciana al corte de mangas anchas:
 (Mínimo dos personas. Reservar con tiempo para medir la manga)


Sopicaldos y Potajes

Sopa de tirones con fuerza al atrac-ón ciudadano.
Gazpacho con haché de pepinillos en aceite autonómico al ere flamenco.
 Lentejas con chorizos variados.
Cocido garbancero con enchufe, tráfico de influencias y divisas frescas.
Fabada asturiana sin fabes a la vista (Desaparecidas en combate)


Ensaladas

De hostias laicas (Especial para protestantes veganos)
Parlamentaria de flatulencias en curso.
De huevo de avestruz calabresa con propina oculta.
Salteado de Pedos de lobo y Puteros de campo (En temporada)
De promesas electorales de primavera al engaño.
De trapantojos verdes.
De bostezos.


Carnes

Macarras de gallo capón estilo Corte de los Milagros.
Costillar de burro al pase trilero municipal.
Chuleta recalificada en salsa autonómica.
Mostrenco de buey al hinchazón (Receta balear)
Manitas de cerdo al alunizaje sobre campo de gules patrios.
Lomo monárquico con braguetazo nacional.
Saqueos de presas ibéricas al microondas congresual.
Cordero al degüello y patatas cabronas.


Caza  y  Pesca

Oropéndolas confitadas al sablazo.
Avutardas de Tarragona en vuelo rasante.
Alitas de carroñera regadas con salsa Corleone.
Riles de cochino jabalín cojo con tropezones.
Desvío de caudales con haché de olivas en sutil croute de guante blanco.
Caimán de la Cuesta de San Jerónimo.
Trucha pública escabechada.


Pescados

Comisiones del Mediterráneo a la parrilla con caracoles.
Morrazo al horno con verduras viudas de Cangas (del Morrazo)
Alijo de berberechos de Arousa de vacaciones sobre hojas de coca.
Salmonetes del pincho con comisión al visto y no visto.
Langosta en salsa suiza.
Japutas con chorizos.
Besugo al giro de muñeca.


Postres

Uyuyuy  y Albolso sobre mermelada Santa Rita.
Carpaccio de duraznos Sampedrinos en miroir de confitura tránsfuga.
Robaperas en albibar presupuestario. 
Transparencias opacas al vino muy tinto.
Leyes anticorrupción caramelizadas con humo y chocolate del loro.
Paraguayas al regüeldo ni dimite ni devuelve.
Pastelitos de la casa San Pedro se la Bendiga.

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(Para reservas llamar al 1000000€ y preguntar por el Tesorero del Partido)


Skylorómiros Mavropradakos, salteador de guindas.


¡Que os dé un torzón!


Krema Kawa.   Mon Quartier.


 P. D. La música fue una sugerencia del blog  ¿Qué oyen mis oídos?.

Salud y buen provecho.

lunes, 26 de agosto de 2013

Consulta equivocada


Huevera empalmada.

El grano


Buenos días.

Buenos días. Siéntese. ¿Y bien?

Doctor..., ¡me está saliendo un grano muy glande en la polla!

Será el bálano...

¿Y eso es grave?

Depende.

No me oculte nada, se lo ruego.

Bájese los pantalones.

¿Qué quiere decir?

Vamos a echar un vistazo.

Vale.

Los calzoncillos también.

¿Aquí..., delante de la enfermera?

Ella ya vio muchos granos, glandes y pequeños.

¡Bueno!...

Veamos.

¡Aaay!...

¿Le duele?

Me escuece.

Hummm...

¿¡Qué!?...

Curioso. Manolita, acércate.

¡¿Qué pasa, es grave?!

En absoluto, tranquilícese.

No seeé...

 ¿Es usted budista?

¡Soy católico de toda la vida! ¿Porqué lo pregunta?

Simple curiosidad.

¿Qué pasa, el grano tiene alguna relación con las creencias religiosas?

Hay una conexión no demostrada con la clarividencia. También con la política.

Yo soy diputado, pero he venido a su consulta de incógnito, no quiero publicidad del grano.

No es un grano, tendrá que pedir consulta al oculista.

¿Y eso?...

Le está brotando a usted el tercer ojo.

¿¡En la polla!?

Algo extrábico. Es una rareza, pero así es.

¡Menudo peso me quita de encima, doctor!


Korvus Korax, Ο Μάυρος.


¡Salud!

sábado, 24 de agosto de 2013

74


Insolación. Grecia, agosto  2012.


Salía tirar la basura



Era la hora de la siesta y había un silencio anormal, algo sordo parecía resonar como en el interior de un tambor. Bajé por el callejón y muy cerca del final vi un pequeño reguero de algo rojo que juraría que era sangre. Al doblar la esquina, sentado en la acera con la espalda apoyada en la pared del edificio, un yonky yacía espatarrado con una jeringuilla clavada en el brazo. Dejé las bolsas en el contenedor cercano y miré a mi alrededor buscando alguna ayuda, pero no pasaban ni las golondrinas, que nunca faltan. La baba cayendo todavía de la boca abierta: no se me ocurrió otra cosa que abofetear al pobre diablo para comprobar si, en efecto, estaba muerto, pues era la impresión que daba. Pero abrió los ojos de golpe, me miró airado, desclavó la jeringa, la limpió en la camiseta y se levantó. Yo no sabía qué decir. No hizo falta. Sin mediar palabra me soltó un cañonazo en plena nariz que no pude esquivar. El tipo se fue tranquilamente mientras yo trataba de detener la hemorragia. No era bastante el pañuelo, fui dejando un reguero de gotas de sangre hasta casa.


Ψαρογιώργης.   Του μελιού τη γλύκα.




Salud y felices pesadillas


ra

viernes, 23 de agosto de 2013

73


Cruce de caminos.


Salí a tirar la basura


y aún no estaban puestos los cubos en la acera. Salir antes o después de las tres horas que suelen permanecer allí, hasta que pasan los de la recogida y los vuelven a llevar, es algo frecuente. Como hacía muy buena tarde para dar un paseo, decidí llevar las bolsas al punto limpio permanente (PLP). Por el camino se me arrimó un pequeño perro vagabundo atraído por el olor que desprendía una de las bolsas. Intenté alejarlo, pero el chucho debía de estar realmente hambriento porque volvía una y otra vez, hasta que, en un descuido mío y por detrás, hincó los dientes en la bolsa y la desgarró. Se desparramó la basura por la acera. Con un papel traté de recoger lo mejor que pude la mayor parte, mientras era observado por el perro a una distancia prudencial. Cuando acabé, oigo que me dice el animal, ¿No hubiera sido mejor que me la hubieses dado al principio? Lo miré con más rabia que asombro y le contesté, ¡Habérmela pedido por las buenas, mamón!


Eric Clapton.  Crossroads.



Salud y felices pesadillas


ra


jueves, 22 de agosto de 2013

72


Ribadeo,  2013.


Salí a tirar la basura.


Cuando bajaba las escaleras exteriores que desembocan en la calle, me dio tal apretón de barriga que tuve que dar la vuelta rápidamente, entrar en casa de nuevo, posar las bolsas y meterme en el váter a escape. El desarreglo se repite, la realidad me descompone, pensaba en filósofo. Deposité mis desperdicios más íntimos, mientras reflexionaba sobre el hecho de salir todos los días a tirar la basura, descontando algún olvido y ciertas humanas flaquezas. Una vez terminada la obra escatológica, y mientras tiraba de la cadena y me subía los calzoncillos y el pantalón, discurría que en realidad hoy ya podía darme por satisfecho. Había cumplido sólo hasta cierto punto, es verdad, pero las cosas no siempre salen como uno planea o quisiera. Estaba, pues, metido en disquisiciones que podríamos llamar metabasura, esquivando la calle y la porquería real mediante un circunloquio o rodeo, sin entrar en materia palpable. Ésa la arrastró el agua del retrete, me contesté. Acallé mi conciencia pensando que tal vez ya habría pasado el camión de la basura; debo tener una conciencia muy laxa porque era media mañana, en aquel punto hay contenedores todo el día y el camión pasa sobre las 12 de la noche.


Albert Plá.   Diarrea mental.




Salud y felices pesadillas


ra

miércoles, 21 de agosto de 2013

71


Oviedo,  2012.



Salí a tirar la basura



y la tiré. ¿La tiré? ¿Salí?. Sí, imagino que la habré tirado, luego saldría. ¿Dónde la tiré? ¿Cuándo? Supongo que en los cubos o en los contenedores, por la noche, ¡qué importa! ¿Cómo? ¿Porqué? Levantando las tapas y dejando las bolsas. ¿Porqué?, porque estaban llenas y olían mal. ¿Estás seguro? ¡Joder, yo que sé! La memoria reclama datos precisos, respuestas concretas, se agarra a cualquier fecha u hora y la eleva a la categoría de trascendental, aunque después se demuestre que se equivocó en varios minutos: tal día, a tal hora, en tal lugar, murió Fulano..., o no pasó nada. Entonces se calma, ya tiene su versión, su verdad. A la mañana siguiente compruebas que, ¡oh, sorpresa!, te habías olvidado de tirar la basura y todo era un sueño pesado de última hora. Después, en el periódico del día, lees la esquela de un vecino.



Agazi Dimitruka. Zulfu Livaneli. María Faraduri.   Tora íne argá.  Ahora es tarde.






Salud y felices pesadillas



ra


martes, 20 de agosto de 2013

70


Escenario callejero


Salí a tirar la basura



y al abrir la puerta del portal y asomar, se encendieron en la calle unos focos de luz potentísimos que parecían dirigidos directamente al edificio y que me dejaron deslumbrado. Al mismo tiempo oía aplausos casi a mi lado, una ovación cerrada en realidad. Cuando por fin pude ver algo, haciendo visera con una mano, quedé confundido: unas doscientas personas se habían reunido en el espacio delantero de la finca y, sentadas sonrientes en sillas plegables, miraban muy atentas. Me encogí de hombros y enfilé sin prisa hacia los cubos. Dos focos me seguían a través del pasillo que habían dejado libre hasta la escalera que baja a la calle. El silencio era absoluto. Estaba tan acobardado que no me atrevía ni a levantar la cabeza. Los focos me siguieron por la acera hasta los cubos. El silencio me pareció tan total que hasta me dio miedo y alcé la cabeza pensando que tal vez ya había desaparecido la ...¿alucinación? Pero la luz me seguía enfocando y vi docenas de caras expectantes en la sombra. Al depositar las bolsas en los cubos escuché otra salva de aplausos, muchos ¡bravo! y algunos alegres silbidos. Con la cabeza gacha y sin saber qué pensar volví sobre mis pasos. Regresó el silencio inquietante que me enervaba más que las ovaciones, o que aquella extraña reunión de público como para una velada veraniega de teatro al aire libre. Al llegar al portal, y justo al abrir la puerta, rompieron de nuevo los aplausos, más entusiastas se cave. Por curiosidad me giré antes de entrar y cerrar. Todas las caras miraban alegres y, casi instintivamente incliné la cabeza en señal de agradecimiento. Entonces el respetable se puso en pie redoblando la ovación y se escucharon nuevos ¡bravos! Cerré y llegué a casa preocupado, ¿tenía algún problema identitario, necesitaba el reconocimiento del público, era una alucinación? Fui rápidamente hasta la ventana del piso desde la que se ve la entrada del edificio. No había nadie.


De la película L'Africana, de Margerete von Trotta.  Eleni Karaindrou.  Finale.




Salud y felices pesadillas


ra

domingo, 18 de agosto de 2013

Radio Futura


Música Moderna.
Detalle del primer LP de  Radio Futura.

Radio Futura

De izquierda a derecha, aparecían en la carátula del LP,  Música Moderna (1980), la primera formación de Radio Futura: Enrique Sierra, guitarra, Herminio Molero, teclas, Luis Auserón, bajo, Javier Pérez, percusión electrónica y Santiago Auserón, voz.

Falta Carlos Velázquez Solrac, batería, que parece ser que fue excluido de la portada por Hipavox por cuestión de imagen, aunque figura en los créditos del disco. Pues ¡hombre!, Enrique por el atractivo de la dureza de sus rasgos, y Santiago por el hoyuelo en la barbilla y el aire alaindeloniano, sí dan el tono, pero lo que es el bueno de Herminio con esa cara de Netol o Michelín y ese frontal de teeenager..., claro que: era el cerebro del invento. Y Luis Auserón y Javier tampoco es que fueran beldades de concurso.

Aunque ya conocíamos a los Corazones Automáticos a través de algunas reseñas en Disco Express unos años antes, no fue hasta finales del 79 cuando oímos hablar por primera vez de Radio Futura en Radio 3, tal vez a Jesús Ordovás, de su inminente lanzamiento con un disco de larga duración, y ya hablaban de él como del grupo poco menos que definitivo de la recién nacida  Movidina Madrileña, que entonces se llamaba todavía Nueva Olina

R. F.  Enamorado de la moda juvenil.

http://www.youtube.com/watch?v=t0On9tbnKd8&feature=related

Sin embargo, el disco aún se hizo esperar unos meses y eso le añadió morbo, parecía todo muy bien calculado. Entretanto, no dejaron de recordarnos que los 80 serían de Radio Futura.

Contaron, pues, desde el principio, con un apoyo entusiasta y decidido de varios medios entre los que destacó Radio Nacional. Y enseguida TVE. Radio 3 no sólo era su mejor amplificador, también del resto de grupos que surgían como hongos, pero el caso de Radio Futura fue especial y meteórico. Tuvieron buenos contactos. Antes de grabar el disco ya habían teloneado a Elvis Costello en el 79, en Barcelona.

Cada vez que veo ahora ese primer vídeo de Enamorado... me descojono. Sobre todo viendo a Herminio saltando como si tuviera pulgas en el culo, ¿y este hombre es hipertenso?, ¡pa habernos matao!

No me gustó la presentación y puesta en escena. Los incluí entre los babosos, ¡pero si casi eran más duros los Pegamoides del momento, cuando todavía estaban Nacho, Ana y Eduardo!.., pero acabamos bailando el Divina, una versión, en plan reggae ligero, de Ballrooms of Mars de T. Rex.; y hasta bailamos el Enamorado de la moda...

No nos disgustaba  Ivonne, una bacilada sesentera, más que de Bowie, otra de las influencias que se barajan en su música, de los Beatles y el pop español de esa generación, que suena a La Mode del Zurdo. Una cosa, pienso, es la música que escuchaban y les gustaba, con la que querían identificarse, y otra las influencias que se pueden apreciar.

Hablé antes de Nueva Ola y es que el punk estaba dejando ya paso, en la escena internacional, a una música distinta, más festiva y sofisticada en el plano musical pero menos comprometida quizá en lo político, más intrascendente.

 El Maxisigle  Semilla negra.
 Dibujo  en la contraportada (alterado) de la Xilografía de Gouguin  Noa Noa. Detalle.

Algunos de esos nuevos grupos, que se citan como influencias, como Talking Heads, habían empezado a tocar, como ellos mismos, y a grabar en pleno punk. A mí, aunque en R. F no hubiera chicas (Santiago por lo guapo y Javier por lo rubio ensortijado bien podían haberse travestido, darían el pego), tanto colorín y juguetería, me recordaban más a los  B' 52 que a los Ramones, por ejemplo. O a las grupos yeyés españoles de los '60, incluida su música.

Leí que por la influencia del líder Molero, en las teclas, querían acercarse al sonido de Roxy Music o a su "conceto", no lo sé, que tampoco era nuevaolero precisamente,  pero yo no veía a Eno o a Fripp por ninguna parte.

El primer disco hubiera pasado más o menos sin pena y poca gloria, como otros muchos de aquella movida, si el grupo no hubiera tenido continuidad después de la marcha, primero de Javier y pocos meses después, con pelea judicial incluida por la titularidad del nombre, de Herminio. Por otra parte aquella Radio Futura no era la maravilla que nos venían anunciando.

R. F.   La estatua del Jardín Botánico.


Los vimos por primera vez en el 81, cuando empezaban a viajar con la furgona por todo el país, acompañados por Paz Tejedor que ejercía de mánager. Volvían al redil de la música que se esperaba de ellos, o por lo menos algunos como yo, y en cuarteto típicamente rockero empezaron a sonar más duros.

En el 82 editaron el sencillo La estatua del Jardín Botánico/Rompeolas, y al año siguiente Dance usted/Tus pasos.

Tocaron en Brujas, una discoteca de Oviedo donde disfrutamos a muchos grupos de la época. Usamos el mismo truco que otras veces para entrar en los camerinos al final del concierto, una Pentax que cargábamos entonces para dar el pego. Después, ya dentro, casi nunca tirábamos fotos, por no molestar o que se creyeran muy importantes, entre el artisteo siempre se corre ese peligro.

R. F.   Dance usted.


Lo que queríamos, y hacíamos, era charlar, cambiar impresiones sobre mil y una cosas que parecían empezar a nacer, llevarles unos ejemplares de Psilicosis y echar unos pitos. Pero como ellos tenían la furgoneta aparcada a la puerta de las Brujas, nos metimos allí con un libanés del Líbano que nos acompañaba, para despistar a la patrona y no llenar el camerino de humos, ya teníamos conciencia interacial, ecológica y atmosférica?
Estuvimos un buen rato dándole al cigarro y al pico, ¡cuidado, nada de jeringuillas, me refiero a la sin hueso!, hasta que se despejó la calle y desapareció el público del concierto.

Y ahí, en la fragoneta, empezó una mínima amistad que, alimentada apenas por un encuentro rápido cada tres o cuatro años, se ha mantenido hasta hoy.

Lo dejo aquí. A medida que avanzo en la redacción me da la impresión de que a pesar de lo poco que nos hemos visto, una docena de veces como mucho, tendría materia personal para hablar del tema como de Creta, es decir para sobrar.
Les dedicaré más capítulos en el futuro y ya veremos como los desenvuelvo. Para nosotros la vida de Radio Futura comenzó en realidad en ese primer concierto y encuentro.

R. F. Directo. Alcudia 83.   Un africano por la Gran Vía. 


Santiago y Luis Auserón, y  Enrique Sierra
Fotografía de  Kathy François para  Veneno en la piel.

De su cuarto LP,  La canción de Juan Perro (1987) es el último tema, musicalmente contundente, uno de esos donde los afanes por unir el rock inglés y americano con el rollo latino cuajan de modo definitivo. Y la letra es una de las mejores de Santiago, en la buena tradición refranera castellana actualizada.

Pero no evitaré un comentario sobre algo que he visto escrito en un montón de páginas a propósito de este maridaje de estilos al que acabo de referirme. Se dice, grosso modo, que son los inventores del rock latino, ¿¡cómo ye?!.

Lo pongo en cursiva porque lo hacen pasar por una etiqueta, del tipo jazz latino, que se hubiera sacado de la manga algún enterao y que Radio Futura elevara a la categoría de nuevo sello. Estilo tenían, pero de ahí a convertirlos en los Protomastores de dos categorías musicales de tal envergadura unidas, como son el rock y  "lo latino", ¡échale un galgo a este conceto!, hay un trecho que no sé quién fue el listo que se saltó a la torera, dudo mucho que Santiago diera ese salto, lingüístico entre otros, tan falso y tan pobre a un tiempo. Supongo que a base de repetir las cosas, aunque sean pijadas, uno acaba por creérselas. Y hay que vender mito, así se llame Andana.

El rock latino, sin etiquetas, cursivas ni comillas, señores teóricos, se coció en el mismo caldo que el americano, claro que siempre con otras salsas, y con un poco o un mucho de chile, Radio Futura han sido grandes impulsores e innovadores del estilo a esta parte del charco. Y en ello sigue Santiago todavía, según creo.

R. F.   A cara o cruz.


Salud y buena música.

Ramiro Rodríguez Prada

sábado, 17 de agosto de 2013

Marcha atrás -4. Tengo de subir al puertu


Oviedo. Asturias  2013.

Marcha atrás -4

Tengo de subir al puertu

Paramos en un local camino de Asturias, cerca de la raya, que había sido hostal en tiempos mejores. Desde la apertura de la autopista esta vía perdió el 80% del tráfico, seguían utilizándola los escasos habitantes de los pueblos altos, y algunos viajantes y transportistas por los elevados precios del peaje, o por trabajo. Las minas o habían cerrado o estaban a punto de hacerlo.

El localón, en una llanada antes de la zona más abrupta del recorrido, en un punto alejado de cualquier núcleo habitado, había servido también de hospedaje a muchos aficionados a la nieve, pero la decadencia de la estación de esquí era también manifiesta y acabaron cerrando el hostal. El traspaso lo cogió un dúo ya habitual, él minero retirado de la cuenca de Santa Lucía y ella portuguesa miñota. Controlaban a media docena de prostitutas y el Legía tenía una cita con la pareja.

Sólo entraron Porfirio y el Narizotas porque don Ramón se negó a abandonar a su criado y dejarlo a mi exclusivo cuidado, mientras Sebito seguía roncando como un hipopótamo ajeno al mundo.

Tardaron una hora en volver al Mercedes y a mi me daba un sueño terrible, pero Valle no me dejaba dormir, ¡Al loro, camarón!, decía cuando se me cerraban los ojos o se me caía la cabeza sobre el pecho.

En lo alto de Pajares Porfirio, que era quien conducía desde la salida de León, le hizo un guiño a su jefe, cruzó la carretera hacia el aparcamiento del antiguo Parador Nacional, derrapando y frenando casi al borde del murete que da vista al valle del Huerna. Sebio, que hasta ahí seguía roncando, se fue con todo el peso muerto de su corpachón sobre el pobre manco, que cayó al suelo aplastado, con su criado encima.
Las risotadas de los dos malevos no encontraron eco esta vez en don Ramón, que se sacudía a Eusebio del lomo y se colocaba de nuevo las lentes.

¡¿Donde está mi bastón?!, gritó Valle con los pómulos encendidos y chispas en los ojos. Sebito, que no acababa de despertar del todo, nos miraba con cara de pánfilo.
Está en el maletero, don Ramón, cálmese; dijo ya más serio el legionario.
¡Ni calmas ni fandangos, me habéis pillado a traición sin el garrote, que si no como me llamo Ramón José Simón María Bermúdez de la Peña y Montenegro del Valle-Inclán, que esta afrenta no pasaba sin su justa dosis de jarabe de palo, malandrines!
Volvieron las carcajadas hasta que el de Vilanova enarboló la gorra y nos echó del Mercedes a boinazos, incluído a Sebito, que también reía, más despejado.

Porfirio sacó del coche una bolsa que traían cuando salieron del puticlub, con embutidos de la zona, queso y un par de botellas de vino casero. Por orden más que indicación del manco, bajamos hasta un prado desde el que se dominaba todo el paisaje. El día era soleado y muy guapo, primaveral, todavía se veían brillar los neveros de Peña Ubiña, en el horizonte más al norte las sierras de Quirós y  Pola Lena y en primer termino las humbrías del valle del Pajares.

Comimos como gochinos, sobre todo Sebito que iba recuperando la color a medida que embutía chorizo, en cambio Valle parecia desganado y se retiró unos metros del lugar donde comíamos para sentarse mirando al fondo del valle con las piernas cruzadas y el torso erguido, en la posición del loto. Pero antes reconvino severamente al atolondrado mocetón, ¡Usebio, ni huelas el morapio mientras yo medito!¡Te voy a husmear el aliento y como te halle en pecado mortal te mando con la tu Jaki en el primer correo que salga de Avilés!
Sebio lo miraba con las orejas gachas, pero nosotros tres reíamos otra vez a carcajadas. El manco se volvió hacia mí y apuntándome con el muñón me dice, ¡Y usted, cataplasma, vigíleme a este zampabollos o le voy a enseñar la disciplina inglesa en griego moderno!

Después de comer y beber, a mí me entró un sopor que me dominaba, algo parecido debía pasarle a los demás porque Sebito se tumbó hacia atrás y se quedó dormido inmediatamente. Los malevos sacaron sus polvos para estimularse y al cabo de un rato, inquietos y excitados, decidieron volver al puticlub, que no distaba más de cinco kilómetros de la raya. Don Ramón continuaba sumido en su viaje astral.
Resistí cuanto pude, pero al calor de la digestión, del cansancio y del solín que nos templaba el cuerpo, acabé por caer rendido y me dormí también.

Regresaron al cabo de unas dos horas, el sol declinaba cercano ya al horizonte, desperté cuando se acercaron. Sebito roncaba a mi lado.

El gallego no se había movido del sitio pero, en la misma posición en la que lo dejamos, se había caído hacia atrás y apoyaba ahora la espalda contra la hierba con las piernas en el aire, mirando al cielo, rígido. Nos acercamos. En realidad no miraba al cielo porque tenía los ojos cerrados, estaba tieso, como muerto.
¡Don Ramón!, lo llamé un poco asustado. Nada, el viejo no respondía. ¡Don Ramón!, repetí la llamada con más fuerza. Pero Valle parecía definitivamente momificado, como si no respirara ya. En ese momento despertó Eusebio y se unió a nosotros. Al ver a su amo en ese estado se asustó y, nervioso, no se le ocurrió otra cosa que agarrarle las barbas de chivo y pegarle un tirón como para arrancárselas.

El manco abrió los ojos de golpe y nos miró con un odio concentrado buscando al culpable del tirón, sin cambiar de postura, todos nos habíamos apartado ya por precaución. Volvió a cerrar los ojos y entró de nuevo en catalepsia, rígido como un tablón.
Estuvimos unos minutos contemplándolo divertidos, hasta que el Narizotas nos hizo un gesto con las napias y lo agarramos cada uno por un lado. Pero fue echarle mano y despertar, y dice el viejo rabioso, remarcando bien cada sílaba:

¡Al que me apalpe lo escrismo!


Arcadio Turronero Caleya, pisapapeles, rapador de pación.


Lorena Corripio.   Al pasar por el puertu.


¡Salud!

viernes, 16 de agosto de 2013

Marcha atrás -3. Camino de Asturias


El Aramo desde Oviedo.
Asturias, primavera 2013.


Marcha atrás -3

Camino de Asturias


Reflexionaba en el silencio de la Catedral de León, aterido, sobre el final de un cuento de Valle-Inclán intitulado A media noche, a propósito de esa costumbre que tenía el viejo zorro de rematar sus historias sin resolverlas, o dejando en el aire la acción. Un maestro del suspense el manco de Vilanova.
No sé si en ese cuento pasa lo mismo, pero trataba de recordar sobre todo la frase final, sin resultado, así que le pregunté a don Ramón, que resoplaba adormilado a mi vera.

Pero de las viejas historias, de los viejos caminos, nunca se sabe el fin, me dijo apenas en un susurro tardando en contestar, como si acabara de emerger de un panteón.

Antes de asentarnos en el coro tuvimos que completar tres vueltas a la girola en sentido contrario a las agujas del reloj. El santurrón paraba en cada capilla, se apeaba la boina de Baroja y agachaba la cabeza en respetuoso gesto de humillación, vigilando que yo repitiera sus esparavanes.

Al pasar junto al sepulcro en piedra del infante don Alfonso, asesinado por su hermano y enterrado sin cabeza para curarse en brujerías, le malmetí, ¿Qué hay del fantasma de la Catedral, don Ramón?
Se paró, se acercó a la tumba y apoyando la mano en la lápida dijo, ¡Pamplinas!, y con burla escatológica me dedicó una pedorreta, que sonó en el silencio de la nave como si se hubiera cagado en su lecho de piedra el mismo don Alfonso. Un escalofrío me recorrió el espinazo.

El coro es uno de los puntos del máximo interés para Valle. Como ocurriera en Astorga, estuvo largo rato en contemplación extasiada frente algunos tronos, maravillado como un niño ante las extrañas figuras que adornaban los doseles y los brazos de la sillería, acariciando las tallas más demoníacas, pulidas ya por los siglos y las pálidas manos monjiles de los miles de canónigos que en ellas asentaron sus posaderas. Los adornos de las misericordias nos lanzaban sospechosos guiños negros desde la oscuridad casi absoluta del interior del templo.

Y allí nos quedamos a pasar la noche, arrumbados en el coro de mala manera, sobre dos sillones fríos y duros. Sin embargo don Ramón no tardó en adormecerse. Yo tenía tanto frío y estaba tan incómodo que no pude pegar ojo.
Recordaba las historias que se contaban cuando estudiaba en la ciudad, sobre gente que se había quedado en interior de la Catedral a pasar la noche con la idea de experimentar no sé qué clase de vibraciones místicas de aquel mágico lugar. Las únicas vibraciones que sentí fueron los temblores del frío que hacía allí dentro, mientras Valle roncaba a mi lado con la boca abierta en todo semejante a un monstruo peludo con quevedos, pero real.

No quería despertarlo bruscamente otra vez con el truco de Tejerina, porque lo intenté varias veces durante un rato susurrando casi en su oreja, ¡Don Ramón, don Ramón!...
Pero el santo sólo respondía con un ronquido más potente, así que al fin le agarré la manga y tiré suavemente de ella.
¡Quién anda ahí!, chilló dando un salto.
Está amaneciendo, don Ramón.
¡Ya amaneció, capullo, no lo ve!
Llevo un rato intentando despertarlo...
Por toda respuesta me soltó un boinazo que no esperaba, pero me dio la risa y me aparté por si lo intentaba de nuevo.
¡Vamos, no hay nada que hacer, los rayos del sol no inciden ya en las claves ocultas de la vidriera, pasó de largo!

Don Ramón hizo una reverencia al altar mayor y salimos de nuevo en silencio por la Puerta de la Muerte. Hacia el este se alzaba ya el sol por encima de los tejados del caserío.

Llegamos al apartamento junto al dúplex, casi un piso, sin cruzar una sola palabra, evitaba mirarme. Teníamos una habitación con dos camas y nos echamos. No llevábamos ni una hora dormidos cuando vino a despertarnos la portuguesa espantada: ¡una chica del dúplex llegó chillando que Eusebio no respondía!...
Don Ramón saltó del lecho como si hubiera fuego y sin vestirse, con sus calzoncillos marianos, corrió detrás de la portuguesa como un padre a la llamada de un hijo en peligro.

Eusebio, espatarrado boca arriba, desnudo sobre la cama de la chica con la que pasaba la noche, tenía un pedo que no se meneaba, apestaba a alcohol.
¡Usebio, Usebio, le decía cariñoso el manco dándole palmadinas en el rostro rubicundo. Pero Sebito parecía, en efecto, haber perdido el conocimiento.
Don Ramón quería llamar a una ambulancia, menos mal que apareció Porfirio, cargamos con el gigante entre todos y lo llevamos en el Mercedes a un ambulatorio, donde tenía consulta un amigo del Legía, ¡Un amigo, manque sea Satanás!, decía Valle con cara de real preocupación.

Un lavado de estómago, unas vitaminas, un suero y dos horas de reposo tumbado en una camilla, y nos lo devolvieron otra vez, tambaleante, pero cuan grande era. Don Ramón no dejó de velar a su criado en ningún momento y tampoco permitió que yo fuera a visitar a mis amigos y que me apartara de su lado, ¡Puedo necesitar que me eche una mano, carallo!, y no hubo réplica.

¡Vamos, Cristobalón!, animaba con ternura Valle al gigante empujándolo suavemente por los pasillos del ambulatorio, camino de la salida.

Era ya mediodía cuando vinieron Porfirio y el Narizotas a buscarnos y salimos en dirección a la antigua carretera de Asturias, por el Puerto de Pajares. Valle se subió detrás para cuidar al rapazón, que nada más sentarse en el asiento central, el suyo habitual, apoyó la cabeza en la bandeja posterior y se quedó dormido. El manco lo miraba con pena y esa solicitud suya tan niñona y tierna que parece imposible en un carácter impulsivo, y a veces agrio, como el del genial zombi.

Estaba lánguido lánguido el viejín. Y cansado sin duda, yo mismo me sentía arrasado y eso que no habíamos hecho más exceso que el poco dormir.

Rutilio Godello da Chispa, surfista de secano, afilador. 

(continuará...)


¡Salud!

jueves, 15 de agosto de 2013

Παναγία μου!


Odiseo, triste, en el mercado de la Ascensión.
Oviedo, 2012.


Ulises jubilado
(A mi ex-burro Odiseo)


Hace años que no se oye un burro en Ítaca ( 1 )
jubilaron a Sileno con una corta paga
y vendió su pollino al municipio
harto ya de mataduras y de palos.

Hace años que no se escucha un rebuzno
en Vazí, donde teje su trama la rutina.

Cuando cansado de bregar vendas tu burro
no temas a la troika ni al especulador perverso,
serán tan sólo fantasías de la prensa:
el mundo es ancho y el mar inabarcable.

Si tu corazón es fuerte y late acompasado
no habrá mísera pensión que te detenga,
échate al camino y pide la limosna justa
que te dará de comer y algo de vino.

Pide que el reuma no te venza 
como venció a tu asno en otro tiempo
y que te espere un banco al sol en algún parque,
lejos de la Ítaca que añoras, sin migrañas.

Toma sintrón si es necesario, mas disfruta,   
y si en algún mercado exótico tú hallaras
opio, hachís, marihuana, tabaco gordo, 
pide que te lo envuelvan y fúmalo con calma
en la ruta de vuelta al país de Nunca Estuve.

Y cuando fatigado tu esposa te reciba
en el puerto de la Ítaca al que arribes,
junto a los cariños, no olvides la viagra.  


(Paráfrasis bufa, pero sentida, del  Ítaca de Kavafis)

( 1 ) La frase cerraba una entrada de Ana Capsir en Navegando por Grecia, sobre los burros de Ítaca. 

De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013.

Ramiro Rodríguez Prada

Koza Mostra y Agazonas Iacobidis.   Alcohol is free.



¡La Vírgen!


A la bella Afrodita y a su hermana pequeña Venus, a Myrina, Mariam, Smyrna, a Isis, Eva, Lilih, María, Marylin, a la madre que nos parió y a la morena de mi copla, a la Reina del Amor y a la Fuente del Placer...

Homenaje pequeño y humilde para la Señora de los Cielos, Panayía, dice el subidor. Coro ortodoxo.


La Princesa de Éboli, la Cenicienta de nuestros húmedos sueños adolescentes. 

Imágenes de la Virgen de la Leche. La Romántica Banda Local.  El trigo crece al sol.


¡Υγεία, Salud!

miércoles, 14 de agosto de 2013

H Μαρίκα Νίνου, Marika Ninou


H Μαρίκα Νίνου, Marika Ninou.

H Μαρίκα Νίνου


Buenos días. Ευαγγελία Αταμιάν, Evangelia Atamián, Evangelia Nicolaidu, apellido de su segundo marido, son los nombres propios de la rebétissa griega de origen armenio, Marika Ninu, seudónimo éste que tomó de una famosa cantante de la generación precedente, Μαρίκας Κοτοπούλη, Marika Kotopuli (algo parecido a Marica Pollo).

Según unos, Ninu nació en 1918, en Constantinopla, otros dicen que en el Cáucaso, en Armenia. Tampoco coinciden en la ruta que la llevaría desde allí a Atenas. Algunos la hacen pasar por Salónica a los diez años de edad, para trasladarla a la capital griega en 1939 o en 1945...

Μ.  ΧιώτηςΜαρίκα Νίνου.  Ώρες τώρα σε κρυφοκοιταζω.

http://www.youtube.com/watch?v=nmr3ryEQ_so

Como hay tanta confusión no me fío de la información. Las opiniones más serias que encontré me parecieron las de Dimitris Jaliotis, periodista musical, creo, porque parece que se molestó en documentarse y cita a una sobrina de Marika. 

A tenor de ese relato de la peripecia de Marika Ninu por territorio turco, su familia huía de la guerra y de las represalias del ejército de Ataturk. Recordemos las matanzas de armenios en los años 20, y después de griegos, tema que toca la película América, América de Elia Kazan.

Según la sobrina, la familia salió de Esmirna justo antes del incendio de 1922, se supone que habría cruzado Anatolia desde el Cáucaso, de noreste a oeste, sin pasar por Salónica. Escaparon en un barco de nombre ΕυαγγελίστριαAnunciación, que estaba capitaneado por un hermano de la madre de Marika, tal vez el padre de la sobrina de Ninu que cuenta la historia.

Marika Ninou. Çoban Kızı (Çıkar Yücelerden Haber Sorarım)


Marika nacería en ese barco que los llevó al Pireo y recibió el nombre de Ευαγγελία en recuerdo de aquel acontecimiento y de la nave. La versión echa por tierra y adelanta en cuatro años la fecha de 1918 que se da en otros lugares como la de su nacimiento .

Vuelvo a recordar que 1922 es el año de la Gran Catástrofe de Asia Menor, cuando millón y medio de griegos se vieron obligados a abandonar sus tierras y sus hogares para vivir como refugiados en barrios que en muchos casos eran de chabolas y barracas, con unas condiciones de vida extremas.

Se instalaron en Kokkiniá y en la rondalla de la escuela armenia aprendió a tocar la mandolina de niña, y a cantar en la iglesia, también armenia.

Αθανάσιος  Ευγένικος. Μαρίκα Νίνου.   Η μικρή υου καμηλιέρη.

http://www.youtube.com/watch?v=_0YGy19qpcY

La precocidad musical y amorosa de las rebétissas, recordemos a Eskenasi y Belu, también se dio en Ninu. A los 17 años se casó con otro armenio con el que tuvo un hijo. Este hombre fue uno de los refugiados que volvieron a Armenia tras la 2ª Guerra Mundial, en un barco ruso fletado para transportar a todos los grecoarmenios de Atenas y Salónica que quisieran hacer el camino de vuelta a su patria.

Pero para entonces Marika había conocido al segundo hombre de su vida, el acróbata Nikos Nikolaidis Nino (de ahí su apellido Ninou) con el que formó un dúo artístico y con el que se casó en plena ocupación alemana. Más tarde, con el acompañamiento del hijo de Marika, un niño aún, se convirtieron en trío y se hacían llamar Ντούο Νίνο και μισό, Trío Nino y medio.

Γεράσιμος Κλουβατος. Μαρίκα Νίνου.   Δος του νανι νανι.


Petros Kyriakos, que la oyó cantar fue su descubridor de hecho, aunque después sería Vasilis Tsitsanis quien la elevó a la categoría de reina del rebético.

En 1948 grabó con Manolis Jiotis, aunque el siguiente tema de Jiotis es de una grabación posterior realizada en Estados Unidos en una visita que Marika hizo al país en los años 50, cuando ya estaba operada del cáncer de útero que finalmente la venció.

Perpiniadis la llevó a cantar al Φλώριντα, el Florida, donde parece que la escuchó por vez primera Tsitsanis. Al año siguiente le ofreció la oportunidad de cantar para él en el Τζίμης ο Χονδρός, Jimi el Gordo, ganando más dinero, y allá se fue Marika. En poco tiempo había conquistado el corazón del rebetis y, convertida ya en su musa, desbancó a la entonces compañera artística de Vasilis.

Μ. Χιώτης. Μ. Νίνου.   Πες μου αν με βαρέθηκες.

http://www.youtube.com/watch?v=eIsPBdXJiKw

La pareja que nacía fue de las de largo recorrido y esta etapa la más fértil del gran Tsitsanis. Jaliotis proporciona  algunas cifras significativas al respecto: en los dos primeros años de colaboración Vasilis compuso 97 canciones, entre ellas varias de las más conocidas; en los siguientes tres años, después de una actuación en Estambul de la que salen peleados, escribe sólo 38 temas. Y un año después, cuando ya no actúan como dúo y Marika ha caído enferma, sólo 4 canciones.

El mismo Tsitsanis reconoce en varios pasajes de sus memorias que Marika era una bomba como artista, las inflexiones de su voz, cómo se movía, su gracia e intensidad subyugaban a sus oyentes, que se mantenían pegados a las mesas escuchándola, con llenos diarios en lo del Gordo. Pero además fue la mejor fuente de inspiración para él mismo y su música.

Βασίλης ΤσιτσάνηςΜαρίκα Νίνου.  Ξημερώνει και βραδιάζει.
No hice ningún comentario a las canciones de hoy, de distintos autores como se ve. Brevemente: la primera de Jiotis, aquel gran instrumentista al que llamaron en los 60 el Jimi Hendrix del busuki.
El segundo y el tercero son dos temas más orientales, uno interpretado en turco y el otro del  yia leleli..., no sé si un karsilamás, un arabás, pero en todo caso de los estilos más orientalizantes del rebético.

Todos dentro del género, aunque la canción siguiente del ...nani nani parezca una nana para rebetes. Una más de Jiotis, y la primera de Tsitsanis, de las más populares del dúo, quizá no tanto como la siguiente, prácticamente una canción infantil rebética, que han abordado y grabado todas las grandes voces femeninas del estilo.
La historia de los cangrejines ya la he subido un par de veces, esta grabación ha de ser una reedición del 62, porque Marika murió en 1957.

Βασίλης Τσιτσάνης. Μαρίκα Νίνου.  Τα καβουράκια.


(continuará...)

Salud y buena música

Ramiro Rodríguez Prada