viernes, 18 de enero de 2013

La curruca versicolor dando pie


La  Versicolor  espurriendo les patuques tras el cocido maragato.
Castrillo de los Polvazares, León 2012.

Muy poco a poco voy ganando terreno en las programaciones, y si la salud y  los problemas técnicos se mantuvieran en este punto, creo que en febrero podría empezar a sentirme menos agobiado por las cuatro o cinco entradas semanales que tenía pensado ir entregando este año.
En la medida en que adelanto un poco el trabajo y no necesito estar pendiente de que tengo que escribir, me encuentro más relajado y me enfrento a lo que siga con otro aire y optimismo, y eso se nota en el resultado final. Y la falta de tiempo es algo que nos condiciona a todos.

Digo también todo esto como una forma de agradecimiento a las currucas, cuyo recuerdo suelo tener muy fresco y de las que no me cuesta casi nada hablar. Además, la cosa biográfica es aquí ligera y de fácil composición, ya que mucho de lo que cuento de ellas o es inventado o está tan disfrazado que no lo reconoce ni la madre que lo parió.
Así puedo improvisar con media docena de datos y cuatro claves personales, la mayoría de uso general que todo el mundo entiende y alguna otra más críptica entre colegas, inocentes antes que malignas.

El Estornino versicolor es el pájaro pardo al que más veo en estos tiempos, a lo largo del pasado año una docena de veces por lo menos, en general fines de semana. Pero también en otros eventos, felices unos, definitivamente tristes otros.
Hemos desayunado, comido y cenado juntos, cocinando él, yo o a medias. Viajamos a León por los Dolores de poesía en los bares donde alternamos con el Mirlo rubio, sin registro podológico del encuentro, y pasamos un fin de semana de la capital a la Maragatería, entre cocidos, no entrecocidos como el sabadiego, que beber bebimos lo justo y necesario. Allí nos entrevistamos también con la Curruca centenalis.

Aquí tuvimos ocasión de compartir manteles con el Esguilatorres juliensis, al que sigo viendo regularmente, aunque perdí la oportunidad de fotografiar sus pinreles reunidos bajo la mesa, ¡me falla la máquina y no acabo de enviarla al técnico! Al ténico, diría el estornino.

El trompetero versicolor es el otro soplador de la cuadrilla curruquil, con el saxofonero blasensis, éste del Arcediano, el que forma con el centenalis el  Dúo los del Huerto.
Pese a que la Escuela de Música de Llanera, en Asturias, no ha podido seguir con los cursos de trompeta y otros, con el chasco correspondiente para profesores y alumnos, por desidia y falta de voluntad política de los responsables municipales, el estornino acude regularmente a ensayar por libre a una nave industrial, en horas de cierre, con sus compadres del grupo de yazz y salsa, ¡eso es afición y mérito!

Los Guajiros del Caribe. La Corredoria Arena 2012. A la trompeta, David Gómez. 
Nací moreno, trumpet extasis.

  
El  Estornino  Caesarensis  a la pata suelta
Oviedo, 1 de enero 2013

El anterior es un concierto al que asistí acompañando al caesarensis, en el que tocó y cantó también con el grupo de jazz, donde además pude ver actuando en directo a dos amigas, puro entusiasmo, Cachito en el de jazz a la travesera y Dulce al saxo y la voz en los dos grupos.
La grabación, que agradecemos, es otra vez una gentileza de Admiradora 33jc, de quien me dio referencias el batería del grupo y cuyos vídeos aproveché en los capítulos dedicados a la Escuela de Llanera.

La segunda imagen del pinrel es de nuestro último encuentro. Pasamos juntos la noche de fin de año y el estornino fue el cocinero esta vez.
Si bien lleva años viviendo con los del culo moyao de Xixón, había traído de León una cecina de chivo en adobo que coció con horas por delante y que acompañó de unos chorizos, también de chivo, y unas patatas. Es un plato típico de la cocina popular leonesa que yo no recordaba, aunque mi madre dice que ella también lo hacía en casa cuando éramos pequeños, porque era un plato habitual del Bierzo, al que podía acompañar amén de las patacas el repollo, como en el caso del botillo.

Pese a la dureza de la cecina de chivo, la carne estaba tiernina como la espuma, con un montón de gelatina que quedó en la pota y con la que hicimos sopa de fideos tres día seguidos.
Nos contaba la canora cómo un pocillo de este caldo era una tapa común en muchos bares de León capital. Allí nos conocimos y allí convivimos tres años, y sin embargo tampoco recordaba por esa vía este plato tan contundente del invierno leonino. ¡No hay quién entienda la memoria!

Tendré ocasión de hablar con frecuencia de esta curruca porque seguimos en estrecho contacto, ¡bueno, tampoco así de estrecho, caramba!...
Y me voy con otro de los temas de, para mí, aquel memorable concierto.

Muchos besos a todos, currucas y animalicos en general

Los Guajiros del Caribe. La Corredoria Arena 2012.  Mambo influenciado.

Cannavina Carduélis, pardilla común, rebétissa, psilicosa.


P.D. Recordando la Cabrera de Nuno:

http://nunogarciaaparicio.blogspot.com.es/?view=classic


¡Salud!