jueves, 24 de enero de 2013

Era rano


Oviedo,  diciembre 2012


Era rano


Me metí en el váter para escribir mis versos solo.
Casi de inmediato puse un huevo. Salió rana.
Últimamente los batracios me persiguen por amor.
Serán mis letras sucias cargadas de improperios:
cantaba desde el fondo del retrete, no croaba, y era rano.

Mis ripios turbios, oscuros, tan profundos, abisales,
convocan a este lado de la taza muchas voces.
Los grandes nombres mitológicos suben a hablarme.
Me aburren los colgantes sus dramas ganglionares:
un Edipo tuerto, una Electra hipocondríaca, Hefesto manco.

Hasta la rubia Afrodita viene sin pelos en la lengua,
depilada la axila izquierda y un anca al ajo arriero.
Ya viendo a los idiomas revueltos en la charca
no tuve más salida que la inmersión poética:
sacar la palabra con la boca, canto desafinado de sirenas. 


De  Interrogatorios y Otras partidas perdidas. 2013.

Ramiro Rodríguez Prada


Otro caldero de oro

Contra la oscuridad ambiente, sin contar la del gato, tratando de explicar alguna imagen que asomó por la cloaca lírica, como la del príncipe convertido en sapo, o las ancas de rana a la bañezana, me quedé solo rememorando aquel juego de nuestra infancia casi de posguerra, solo porque era el mayor del grupo al que contaba este recuerdo y nadie había oído hablar de ello.

En las fiestas de los pueblos había una diversión para niños y mayores, en forma de enorme balde de cinc, aquellos que nuestras abuelas usaban para las coladas de las familias numerosas de los años 50. Lo llenaban de agua y echaban algunas monedas. Había que meter la cabeza, el cuello y parte de los hombros, y sacarlas con la boca. Cuando yo era un niño, perronas, realines, pesetas y duros, el premio gordo.

Entre los mayores lo hacían también con vino blanco y se corrían apuestas. Había que poner una peseta para poder participar, con la posibilidad de sacar cinco en su forma compacta de un duro, la más pesada y difícil de absorber de las monedas del fondo. Algunos se dejaban allí parte de su mísero capital para la fiesta y medio resuello.

El balde estaba rodeado por los participantes, desnudos de cintura para arriba, y por un gran círculo de gente que miraba y apostaba a su vez. Tenía mucho de espectáculo bárbaro y extremo, pero era barato, ¡de hecho de entrada libre!, la diversión estaba asegurada y nunca vi morir a nadie afogao. No puedo decir lo mismo de la poesía.

Νικόλας Άσιμος.  Ούζα.  Oúza (Úsa), Úsos.


Salud

ra