domingo, 3 de febrero de 2013

33


Eubea,  Grecia, agosto 2012


Salí a tirar la basura


muy positivo, aunque no me tocaba a mí. Incluso levanté la cabeza y eché atrás los hombros, ¡ahí voy yo!, parecía decir, como si fuera alguien, pero enseguida me di cuenta que la calle estaba vacía y no hacía falta mantener tanta compostura que, como poco, siempre exige cierta tensión física y un estado de conciencia en alerta. Así que, sin abandonar el positivismo mental, me relajé un pelín y seguí avanzando en la noche, resoluto y magnífico. Pero el gusano del despecho roía ya, oculto en mi interior. ¿Porqué yo de nuevo? Las bolsas pesaban lo que no está escrito, los contenedores no estaban cerca y no soy un abanderado de la maratón ni del control postural a ultranza. De este modo, cuando llegué al punto limpio iba arrastrando un cuerpo de babosa, las bolsas dejaban un rastro de arena y basura a los lados y por el centro había una rodada como si una foca embarazada hubiera arrastrado por allí su barrigota. Si me relajo un poco más me quedo dormido antes de salir de casa. ¡Odio el positivismo ajeno!


La 33.  Te lo voy a devolver.


http://www.youtube.com/watch?v=f4TdKaKLz-0



Salud y felices pesadillas


ra