martes, 4 de junio de 2013

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Oviedo 2013


Salí a tirar la basura



triste, muy muy triste. Llevaba varios días aguardando alguna respuesta de un amigo a quien había dedicado unos versos. Sabía que los había recibido y esperaba, después de su lectura, alguna reacción de su parte, aunque no fuera del todo positiva, un saludo cuando menos, ¡Salud, colega!, o tal vez ¡Déja la poesía que no es lo tuyo!... . En fin, cualquier cosa antes que este silencio peor que un no. Cerca ya de los cubos vi a una mujer junto a ellos arrimada a la pared, llorando. La conozco y ella a mí. Vive en el portal vecino y nos hemos cruzado muchas veces, pero nunca habíamos hablado. Hace unos meses perdió a un hijo en un accidente, desde entonces se la ve por la calle trastornada, ausente, siempre llorosa y con unas ojeras que dan miedo. Es bastante más joven que yo, y debió ser muy guapa porque todavía ahora, en su segunda edad, es una mujer hermosa, pese a que después de la muerte del hijo ha descuidado su aspecto y envejecido diez años de golpe. Sé también, escuchado quizás en Radio Portal, que la desgracia arruinó su matrimonio y que ha roto con su pareja. Eso iba pensando mientras me acercaba con las bolsas. Al llegar dije buenas noches un poco tímidamente. La mujer dejó de llorar y me miró, pero no contestó, enjugándose las lágrimas con un pañuelo. Dejé la basura y le pregunté, ¿Necesita alguna cosa, quiere que la ayude? Me miró con odio y contestó, ¡No necesito nada, déjeme en paz!, y rompió a llorar de nuevo. Volví más triste de lo que salí, y había olvidado el motivo de mi primera tristeza de pacotilla.



Velvet Underground.  Venus in furs.





Salud y felices pesadillas



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