jueves, 22 de agosto de 2013

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Ribadeo,  2013.


Salí a tirar la basura.


Cuando bajaba las escaleras exteriores que desembocan en la calle, me dio tal apretón de barriga que tuve que dar la vuelta rápidamente, entrar en casa de nuevo, posar las bolsas y meterme en el váter a escape. El desarreglo se repite, la realidad me descompone, pensaba en filósofo. Deposité mis desperdicios más íntimos, mientras reflexionaba sobre el hecho de salir todos los días a tirar la basura, descontando algún olvido y ciertas humanas flaquezas. Una vez terminada la obra escatológica, y mientras tiraba de la cadena y me subía los calzoncillos y el pantalón, discurría que en realidad hoy ya podía darme por satisfecho. Había cumplido sólo hasta cierto punto, es verdad, pero las cosas no siempre salen como uno planea o quisiera. Estaba, pues, metido en disquisiciones que podríamos llamar metabasura, esquivando la calle y la porquería real mediante un circunloquio o rodeo, sin entrar en materia palpable. Ésa la arrastró el agua del retrete, me contesté. Acallé mi conciencia pensando que tal vez ya habría pasado el camión de la basura; debo tener una conciencia muy laxa porque era media mañana, en aquel punto hay contenedores todo el día y el camión pasa sobre las 12 de la noche.


Albert Plá.   Diarrea mental.




Salud y felices pesadillas


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