domingo, 8 de septiembre de 2013

78


Parió la abuela


Salí a tirar la basura


Ya empezaba a enfriar otra vez y apuré un poco el paso. A pesar de lo fresco de la noche todavía paseaba gente por la calle. Un coche dio la intermitencia y aparcó en prohibido junto a la parada del bus, pero sin apagar las luces y manteniendo el vehículo arrancado. Al pasar a su lado me pitó y bajó la ventanilla que daba a la acera. Otros peatones, que caminaban cerca, se detuvieron también sin saber quizá si el claxon era para ellos. El hombre me preguntó por una calle bastante alejada, tendría que atravesar la ciudad porque estábamos exactamente en el extremo opuesto. Quedé un momento pensando cual sería la mejor ruta, cuando se acercó un paisano que  había oído la pregunta y se prestó también a ayudar. No era fácil y, aunque empezó bien, enseguida se lió. El que lo acompañaba, que estaba a un lado prudentemente callado, terció para sacar a su compadre del atolladero, pero pronto se encontró también empantanado. Yo apunté con cierta timidez una salida, sin embargo otras dos personas se habían sumado ya al grupo y daban su opinión. Empezaba a tener frío. Cuando vi que se paraba también interesado un  matrimonio vecino que es lo más cotilla de la escalera, me escurrí y marché a lo mío. A la vuelta de los cubos el grupo había aumentado, debatía ahora con calor las distintas alternativas planteadas, ignorando olímpicamente al hombre del coche. Antes de cerrar la puerta del portal vi que el conductor daba la intermitencia y salía de nuevo a la calle. Nadie se dio cuenta de que se iba, seguían discutiendo, un par de ellos parecían a punto de llegar a las manos mientras otros trataban de separarlos.


Alarma.   Frío.





Salud y felices pesadillas


ra