sábado, 11 de enero de 2014

Η Ρόδος, Rodas -4. Una vuelta a la isla.


Makri detrás  Alimia  y al fondo  Halki,  desde el castillo de  Kritinía.
Skala Kamirou.  Rodas, verano  2013.

Periplo rodio


Buenos días. Para un recorrido más completo por Rodas, que es la isla más grande del Dodecaneso, se necesitarían dos o tres días de alquiler de coche, pero nosotros sólo íbamos a estar unos tres días a la ida y otros tantos al regreso, y los alquileres son caros. Por otra parte nos interesaba más vivir un poco la ciudad sin las prisas de una visita rápida, así que alquilamos un pequeño utilitario para una jornada. La verdad es que aprovechamos bien ese día.

Tenía muy presente el periplo de Durrell y sus amigos, una primera parte cercana a la capital caminando y el resto en coche, por lo que en los años cuarenta, inmediatamente después del fin de la Segunda Guerra Mundial, eran caminos de tierra, pero casi con el mismo trazado que en la actualidad. Tuvimos que renunciar a varias de esas visitas o las hicimos rápido.
Ya no es aquella isla y Iálisos, por ejemplo, es un conglomerado de hoteles, apartamentos, restaurantes y el resto de infraestructuras turísticas, donde han desaparecido o se han ocultado totalmente los rastros que quedaban de la Rodas prebélica.

Sin embargo, como ocurre en todas las islas griegas, basta alejarse unos kilómetros de la línea costera, llana en su mayor parte y sobre todo la de poniente, para encontrarse con la Grecia rural, y eso que Rodas está bastante poblada, unos 50.000 habitantes, si bien es cierto que la gran mayoría concentrados en la capital y su entorno inmediato.

Es montañosa y arbolada,  sobre todo pinos y cipreses, desde Moní Filérimos y el monte Smith en el norte, de los que tanto habló Larry, mirando a los puertos sobre la misma ciudad o a la costa opuesta, de Iálisos, hasta la cumbre de la isla, el Ataviros, de 1.216 metros, encima del pueblo de Embona, hacia la mitad de la isla no lejos de la costa oeste. Más al sur el interior sigue siendo abrupto, aunque la altura máxima no llega a los 600 metros ya cerca de Kataviá, en el extremo meridional.

Πεταλούδες,  Mariposas.
Rodas, agosto  2013.

Un lugar que en tiempos de Durrell no estaba abierto al público era el Valle de las Mariposas (Petaludes), a los pies del monte Stavrós, en la actualidad una de las atracciones de la isla que ha desplazado en las preferencias del turista a la mayoría de los restos arqueológicos clásicos. Es un valle estrecho y profundo de unos 5-6 kilómetros de largo, fresco, con una vegetación muy densa e intrincada y un torrente que baja encajonado entre rocas, con saltos de agua, pequeñas ensenadas y pozos cristalinos, donde se reúnen por cientos de miles las mariposas de la especie Artia atigrada de Jersey, buscando al parecer la resina de un árbol que también se usa como incienso.

Lo recorrimos a primera hora de la mañana y fue muy agradable, aún había poca gente y sólo ya a media bajada nos cruzamos con la masa de turistas que descargan los autobuses en los varios amplios aparcamientos de la zona. Fueron dos horas y lo hicimos despacio porque las pendientes se las traen y eso que lo facilitan con un sendero a medias escalonado, puentines, bancos para descansar de tanto en tanto, y una baranda de madera donde ir ayudándose. Para afogaos como yo, perfecto.

Y en lo alto el monasterio de Kalopetra. Tomamos un zumo de naranja natural y bajamos. ¡Llevad agua!, eso no debe faltar en cualquier paseo por Grecia, especialmente si se viaja con niños, y esta excursión es sobre todo cosa de familias con chavales, aunque no es de las peores porque por lo menos no machaca el sol.

Pasamos después por Kalavarda y las ruinas de Kamiros, con restos de una ciudad doria del siglo V a. C., bien conservados, con un templo, una cisterna que al parecer proporcionaba agua a unas dos mil personas, lo que da idea de su tamaño para la época, baños públicos y un altar consagrado a Helios, la antigua deidad solar rodia.

Mystery Tour in the Middel Ages. 6º Festival Medieval de Rodas.
 Immediate.  Trailerhead.

http://www.youtube.com/watch?v=-4HdQ37C29Y

Skala Kamirou. La taberna de  Gideón. 
Rodas, verano  2013.

Y de ahí a Skala Kamirou, el único puerto, con el de Fanes, con entidad y solera de toda la costa oeste, llana como dije, de escaso calado y sin abrigos para los barcos. El puerto era conocido ya en épocas clásicas puesto que el primitivo era también dorio. Tampoco es gran cosa, pero está protegido por el farallón del cabo Kobiá, sobre uno de cuyos oteros se levanta el castillo de Kriniá, de las fortalezas más importantes de los Caballeros de Rodas en la isla.

Llegamos al medio día y aprovechamos para tomar unas cervezas y picar algo en el más apartado de los tres restaurantes del puertín pesquero. De aquí parten caiques a la cercana isla de Jalki, que se toca con los ojos a pocas millas, rodeada de islotes, y preguntamos al patrón por precios y horarios. Estaba incluso dispuesto a llevarnos a nosotros solos con coche y todo por no mucho dinero. El negocio no marcha bien, eran los primeros días de agosto y la actividad mínima, entre los tres tabernas no creo que hubiera más de cincuenta personas, y de paso, contando a los trabajadores naturales y a los pocos marineros del puerto.
Saltar a Jalki, aunque nos devolvieran a Rodas por la tarde, suponía perder la visita a lo que nos faltaba de la isla, que era mucho, en particular Lindos. La oferta fue tan tentadora que a punto estuvimos de aceptarla. Pero vale la pena el lugar, es un rincón pacífico donde descansar un rato a la sombra.

Y nos interesaba también el lugar porque aquí se produjo el encuentro entre Durrell, su amigo Gideón y el grecoamericano que se atrevió a insultar a  Grecia, su país de origen, esperando una connivencia de los extranjeros que no se produjo, puesto que Gideón lo humilló llamándole "estúpido hijo de perra", en una perfecta imitación del acento neoyorquino.
Por Jalki pasaríamos rumbo a Cárpatos y en el regreso a Rodas. Pero el espectáculo de esas islinas, Makri, Drosonisi, Atrakusa, Stróggilo, Alimia..., rodeadas por el azul, desde el castillo franco de Kriniá, es majestuoso.

Casi sin gasolina, porque no hay estación hasta Árniza, pasamos por el típico pueblín de Monólizos, otro punto interesante en la ruta, tanto para Durrell como para quienes nos informaron, que sin embargo nos defraudó por la parte gástrica: entramos a comer en dos restaurantes llenos de rubios, descaradamente para turistas con pasta, interiores, desangelados, caros y encima convencionales, ¡y las cartas en inglés, alemán y francés, el griego no aparecía por ninguna parte! Mos levantamos y mos fuimos.

La cruz de la moneda.
Rodas, verano  2013.

Bajamos hasta Árniza prácticamente en punto muerto para ahorrar combustible. Está situado en una amplia llanura costera y comimos allí como reyes del mambo, en un asador griego popular al aire libre en la misma plaza, tranquila y sombreada, bajo los emparrados y las buganvilias, ¡siempre Grecia!...

Por la tarde pasamos a la costa este, atravesando una zona calcinada como un paisaje de guerra, que había sido arrasada días antes por el fuego, extraño no tropezarse con desastres así cada verano.
Todo el golfo de Yenadi, en la parte oriental, es bastante llano, abierto y ventoso, lugar apropiado para los deportes de vela. El azul del mar va ganando luminosidad hacia el norte, hasta Lardos y las playas y calas previas a Lindos, donde el esmeralda es ya escandaloso.

Tenía previsto un solo capítulo para este periplo rodio, pero todavía me falta Lindos, que sólo por su belleza ya merece un capítulo en exclusiva. Y además tengo muchas imágenes del lugar, de modo que me quedo aquí. Por otra parte ya alcancé el tamaño habitual de las entradas de este tipo.

Tercer Festival Antinuclear de Rodas.
Carlos Puebla. Bossanova Band.  Hasta siempre comandante.

http://www.youtube.com/watch?v=aWqdhuHAOfU

Salud y buen rumbo.

Barbarómiros


P. D.  Para Cristinita de Bogbón:

Chavela Vargas.   Quisiera amarte menos.

http://www.youtube.com/watch?v=-0Ck3SXspWc

¡Chis-pón!!

Acojonante, esperpéntico, ¡hgjghdogniefhij45j67fjkklñvfgjil!!!!..., ¡A mí don Ramón!!!!

Aaaay!...