jueves, 20 de febrero de 2014

Η Νίσυρος, Nísyros -6. El volcán Polivotis.


Panorámica de la caldera del  Polivotis  desde  el noreste,  cerca de  Emboriós,
A la izquierda, sobre la cresta,  Nikiá.  Al fondo el cráter y la costa oeste.
Nísyros.  Grecia, verano 2013. 

Το Ηφαίστειο Πολυβώτης


To Ifestío Polibotis, el Volcán Polivotis. Y si me gusta la palabra es también porque nombra a Hefesto. De nuevo el herrero cojo de Limnos, forjador de armas y de joyas, que reina en los volcanes, donde tiene sus fraguas.

Pero aquí es otro el dios que habita, uno más antiguo, de cuando Hera no había parido aún al patizambo. Ése es Polivotis que, junto a sus hermanos los Gigantes, perdió la batalla contra Zeus y su estirpe. Poseidón, dios del mar y sacudidor de la tierra, patrón de los terremotos, lo sepultó con una roca arrancada de Cos. Así surgió Nísyros.
¡Qué guapa es la Mitología y cómo intenta explicar el mundo, con tanto entusiasmo y dedicación como la Ciencia misma, tratando de llenar todos los huecos! Y a través de un relato con toda la apariencia de un cuento para niños, ¡cómo nutrir la fantasía y cómo conjurar el miedo!...

No murió Polivotis, duerme y respira fuego y azufre todavía, y de tanto en tanto despierta y muje como un gran toro preso. El mito sigue vivo, pues.
Porque el volcán permanece activo, aunque en reposo. Su última erupción importante fue en 1887, seguida de una explosión de gases. A principios de la década anterior se habían producido ya pequeñas erupciones con expulsión de cenizas volcánicas.

La inestabilidad tectónica de mediados de los noventa, está en el origen de un estudio de seguimiento de la actividad sísmica y volcánica, por parte de la CEE, que incluye a Nísyros con sus islotes y a Cos, y en el que participaría el centro de Emboriós mencionado en capítulos anteriores. Aunque el edificio permanece cerrado, imaginamos que los sismógrafos y aparatos de medición siguen funcionando y se efectuarán las lecturas correspondientes cada cierto tiempo...

La gran caldera es más larga de norte a sur, unos dos kilómetros y medio, por uno de este a oeste, algo menos de cinco de circunferencia.
Hay media docena de cráteres en torno al principal (al que llaman Stefanos, supongo que por su forma de corona), todos ellos concentrados en la zona sur, con fumarolas en el fondo y en las paredes, efusión de gases y vapor de agua. El olor a azufre es importante y los restos del elemento por las laderas de la caldera, también humeantes, amarillean el paisaje y, junto al blanco y gris de las cenizas, le dan ese aspecto de tierra yerma y envenenada de otro planeta.

Χατζινικόλας. Πόπη Πάχου.  Γλυκό Χαράζει η Αυγή.  Παραδοσιακό.


La caldera y los cráteres, desde  Nikiá.
Al fondo la islita de  Παχειά,  Pajiá.

Nísyros.  Grecia, verano 2013.

Sin embargo, allí mismo en la caldera, a no mucha distancia del cráter principal pastan algunos rebaños que tienen también sus rediles en el lugar. Pero no me pareció que el queso de Nísyros supiera a azufre en absoluto, todo lo contrario, fue el que más nos gustó de los tradicionales de cabra u oveja que probamos en el Dodecaneso.

Siguiendo de nuevo el consejo de Dimitris, el hombre del alquiler del coche, hicimos la visita a última hora de la tarde del primer día, para evitar el embotellamiento de turistas que se produce entre las diez y media de la mañana, cuando llegan los primeros, hasta las tres de la tarde cuando se van los últimos.
A primera hora de la mañana, antes de la llegada de los autobuses, tiene el inconveniente de que el sol calienta de alma nada más alzarse, mientras que por la tarde es más débil y la mayor altura de los montes del oeste sombrean pronto parte de la caldera y templan el ambiente. En resumen, que la franja horaria ideal puede ser entre seis y ocho de la tarde.

Fue una visita muy agradable y tranquila, con la sola presencia de dos parejas que, dadas las dimensiones del lugar, apenas vimos. Pero bastó cruzarnos con una de ellas para que saltara la sorpresa, de esos encuentros curiosos y simpáticos de los viajeros. Me servirá para cubrir el expediente en esta entrada, puesto que no era mi intención daros demasiado la tabarra con palabros y datos geológicos, tampoco es lo mío.

Era una pareja de nuestra edad, entre cincuenta y sesenta años. Tenían toda la pinta de estar haciendo su pequeño periplo por las islas, liberados de la custodia de unos hijos con toda seguridad ya independientes. Todo esto es apreciación mía, pero sigamos.
Habían cogido el ferry en Rodas y los perdimos de vista al subir al barco. La pelea por pillar un buen sitio, y si es posible con enchufe para cargar el ordenador, el teléfono o la cámara de fotos, hace que los chavales espabilen al embarcar.
Ya no es como cuando nosotros empezamos a viajar por las islas en los 90, con el triple de viajeros, de mercancías y maletas, de vehículos. ¡Era un auténtico maremagnum! Ha descendido mucho el tráfico y el volumen de usuarios, y eso que los barcos siguen siendo un transporte fundamental para los griegos, y todavía no es muy caro.

El caso es que los guajes enseguida encontraron un rincón estupendo donde nos apoltronamos. Como hay suficientes asientos, todo el mundo coge un par de ellos, para posar el bolso o apoyar las piernas y descansar. A nosotros nos sobraban varios y en las butacas corridas estábamos bien anchos. Yo prefiero salir a cubierta antes que tumbarme, leer o dormir, y no hacía uso del mío.
Unas millas antes de atracar en Simy entró la pareja de marras en el salón donde estábamos y se fueron a nuestro rincón. Habían tardado más de media hora en encontrar el sitio. Eran un par de sillones en torno a una mesa. Saludaron y se sentaron.

Nikos Papázoglou en Nísyros, 2009.

http://www.youtube.com/watch?v=L9zRKT0QIkQ

Los cráteres del  Polivotis desde la ladera oeste de la caldera.  Al fondo el cráter central,  y en la montaña  Nikiá.
Nísyros. Grecia 2013.

(Fotografía de B. R. M.)

En Simy embarcó otra pareja de amigos suyos, de edad parecida y con pinta de estar haciendo una ruta por las islas como los primeros, también aliviados de cargas familiares. Buscaron asientos libres y les ofrecimos nuestros butacones auxiliares, antes de que los pidieran. Agradecieron el detalle con simpatía. Sin duda se habían citado en el Diágoras y no era un encuentro fortuito.
Se los veía a los cuatro la mar de relajados y felices, charlando animadamente. Y así fueron hasta Tilos, donde la segunda pareja cogió sus mochilas y desembarcó. Yo salí a ver el puerto y la maniobra, y los vecinos a decir adiós a sus colegas desde la cubierta del barco.

Era una de las cosas que me prestaba de ellos, iban los cuatro en plan mochilero, pertrechados con ropa apropiada y unas buenas botas para caminar. Casi podía imaginarlos en sus años jóvenes haciendo una ruta parecida con una pinta más informal que la de ahora. ¿Quién podría asegurar que no nos hubiéramos cruzado en alguna ocasión con ellos en aquellos lejanos años?... . Me gustaba la idea. Y de eso va la historia, de los encuentros casuales, nada infrecuentes entre la gente que visita las islas. Ya conté otra coincidencia con una pareja de catalanes en Cos, y cuatro días después en Cárpatos. Supongo que sucederá algo parecido con los barcos privados que navegan estas aguas, encuentros y reencuentros en el mar o en los puertos. De eso saben Ana Capsir y Alberto Prado, el Capi.

La pareja despidió a sus amigos y volvieron al salón. Si no queda nadie ocupando los asientos te puedes encontrar sin ellos cuando regreses, si esperas a que el barco zarpe y la llegada de los nuevos viajeros a los salones. Claro que en Tilos no subieron más de veinte personas y la mitad de vehículos. Vi que en primera fila venía una tipa con una mochila pequeña y pinta de paisano, por el braceo y lo resuelto de sus movimientos, el pelo corto o las maneras de morrosko. Cuando entró en la sala ya había regresado a mi sitio.

Se paró un momento en la puerta echando un vistazo y enseguida visualizó a los chavales con el ordenador. Debieron  parecerle unos pipiolos, y lo son realmente. Es seguro que la operación ya le había salido bien más veces, porque no lo dudó. Fue como un tiro a por los guajes. ¡Se van a enterar estos turistas gilipollas!
Sin mediar un mínimo saludo, ni una palabra, al llegar a su mesa el marimacho les hizo el gesto de que desenchufaran el aparato para enchufar ella su móvil, que ya llevaba en la mano.
Todos la comprendimos y quedamos perplejos; hasta que se expresó en inglés con gesto de fastidio, en plan impertinente, como si fuéramos tontos: El ordenador podía funcionar con la pila y ella debía cargar su teléfono. Los guajes le explicaron que la pila del ordenador, ya muy viejo, se descargaba a los diez minutos. Es cierto, y le dijeron que estaban viendo una película y que aún faltaba más de la mitad, lo habían calculado para que terminara un rato antes de llegar a nuestro destino, a una hora de distancia todavía, Nísyros.

¡No había manera, lo entendía, pero no estaba dispuesta a ceder en sus pretensiones! Los probes rapaces, presionados y un poco tímidos, ya querían transigir con las exigencias del Macho Pirolo y me preguntaron que si la dejaban. Les dije que allá ellos, pero que yo en ese plan que venía no daría mi brazo a torcer. La fulana, cuadrada como un aizkolari, me encaró entonces hablándome en inglés. Le contesté, en griego, que no entendía y traté de repetir en su idioma lo que mis hijos le habían contado ya en el de William.
Nísyros TV.  Το Ηφαίστειο. El volcán.


Atardecer.  Las dimensiones de las paredes del cráter central del  Polivotis.
Obsérvense las figuras humanas en el borde superior izquierdo.

Nísyros.  Grecia, agosto 2013

No se me pone una cara nada tranquilizadora cuando me mosqueo y vio que daba en duro. Se volvió entonces a nuestros vecinos, que estaban siguiendo toda la peripecia en silencio. Afeaba nuestra conducta insolidaria, la cabrona. Pero tampoco obtuvo su apoyo. Le dijeron que qué les contaba a ellos, que los niños habían llegado antes, que se informara en la barra de la cafetería, donde estaba la camarera.
Antes de dirigirse a ella volvió a encararme. No tenía ganas de hablar más y a cada frase sólo le contestaba Όχι!, No!. Tuve que repetírselo lo menos seis veces y cada vez más alto, ¡era mi 28 de Octubre particular!. El vecindario inmediato seguía atento el rifirrafe. Le señalé los seis puntos del salón donde había conexiones y la animé a buscar en otro lugar.

Se fue a protestar a la camarera. Veíamos a la mujer encogiéndose de hombros y mostrándole, como yo, los enchufes de la sala. Llegó entonces un oficial al que abordó de inmediato. Volvió a repetir la queja señalándonos desde el centro del salón y convirtiendo el asunto en una especie de linchamiento, ya todos los pasajeros pendientes de la movida. Pero el marino debió contestarle lo mismo que los demás y le indicó por tercera vez los lugares donde había enchufes.

Por fin decidió comprobar si alguno estaba desocupado. En un rincón del lado opuesto encontró uno vacío.

Aún tuvo que volver, aunque no se acercó demasiado, no para disculparse, sino para hacerme el gesto del Okey con el pulgar. Sólo me salió la respuesta borde de las vacaciones, un ¡Vete a cagar! más redondo que un ocho. Vi que la pareja vecina se reía, cómplice, entendiendo posiblemente la frase castellana. Recordé al paisano de Livadia de nuevo y la compañera me miró severa.
Minutos después de este encontronazo, anunciaron por megafonía que pasarían a comprobar los billetes del pasaje. El pequeño había perdido el suyo. Por suerte nuestros vecinos lo encontraron en el suelo al poco, nos devolvieron la galantería de cederles los sillones, aunque llegaríamos a la isla antes de la anunciada revista.

Desembarcamos en Nísyros, y también la pareja griega. No éramos más de diez personas y tres coches, y embarcaron otros tantos, más o menos. Alguien los esperaba y los vi alejarse en dirección al pueblo, mientras la morena de mi copla buscaba acomodo para esa noche entre las personas que había en el puerto.
Al día siguiente por la mañana nos saludamos otra vez en el muelle, mientras me tomaba una cerveza en la terraza de una taberna, acompañando a una de las tirópitas calientes que había comprado en Mandraki al panadero de Pali. Todavía los míos no se habían levantado y empezaban a llegar los caiques de turistas de Cos. Me extrañó que, siendo griegos, fueran a ver el volcán en los autobuses atestados y a la peor hora. Y en efecto, me equivocaba. Subieron al caique que hace la ronda a la isla y que recoge a los turistas de los barcos que eligen esa opción en lugar del volcán. Regresa al medio día para que la gente pueda comer antes de la vuelta de los barcos a Kardamena, en Cos.

Pues bien, cuando los vi en lo alto del borde del cráter, como a esa pareja de la foto, ya los reconocí. Nosotros estábamos terminando la visita y los pillé cuando llegaban al fondo y yo me disponía a subir. Pensé que era mi ocasión para cruzar unas palabras. Después del saludo les pregunté, algo indiscretamente, si eran geólogos, un poco de pinta sí que tenían, tan ciudadanos y tan camperos a un tiempo, seguían con sus botas y unas mochilinas de paseo. Contestaron que no, él era arquitecto, y preguntaron a su vez si éramos nosotros geólogos y de dónde veníamos. Señalé a la morena, que tardó un rato en alcanzarnos. Hablamos de las bellezas de Nísyros y del Dodecaneso en general. Nos recomendaron el recorrido en torno a la isla, aunque al final no podríamos hacerlo. Ellos regresaban de vuelta a Atenas, estarían cuatro días en Nísyros y su última recalada sería Kálymnos.

Todavía volvimos a encontrarnos esa noche cenando las anguinares a la polita (alcachofas) en la plaza de Mandraki. Y a la mañana siguiente pasaron temprano caminando cuando yo fumaba un cigarro a la puerta de los apartamentos. ¿Mia volta?, Un paseo?, les pregunté después del kalimera inicial. Iban en dirección al monasterio de Evangelistrias, a unos cuatro o cinco kilómetros, subiendo hacia el centro de la isla hasta la falda norte de la caldera, donde está ubicado. Tiene más interés lo escarpado del camino y el paisaje que la iglesia. Hay tramos cementados y otros de tierra con grandes baches y fue la última visita turística que hicimos antes de entregar el coche a Dimitris, después de ver Nikiá y su entorno el segundo día.

En algunas zonas, como en las altas de la isla, se ven los dos mares, pero el camino apenas tiene sombras y ya el sol era el amo y señor del cielo. ¡Menuda caminata, tres horas a la intemperie y no llevaban visera ni sombrero a la vista!
Renunciaron y, antes de una hora, volvimos a cruzarnos mientras yo buscaba los últimos motivos para fotografiar junto a la capilla de Ágios Nikitas. Al pasar, la mujer, de piel blanca y pecosa, me dice sonriendo, colorada como una manzana asturiana y abanicándose con la mano, Ζέστη πολύ!, Sesti polí, Mucho calor! y nos dijimos adiós. Fue la despedida.

Ελληνική Παραδοσιακή Ορχήστρα.  Ballos y danza solitaria. Nisyros.

http://www.youtube.com/watch?v=EVJZhc0lzUc

Fumarola activa en el suelo del cráter central del  Polivotis.
Nísyros.  Grecia, verano 2013.

¿Qué falta? No será necesario insistir en el origen volcánico de la isla. Es el volcán más joven del Egeo. Algo sobre las dimensiones del cráter principal. Tiene 265 metros de diámetro (lo medí a zancadas, así que puedo equivocarme) y la altura media de las paredes es de unos treinta metros.
Impresiona estar en esa explanada circular del fondo, un descomunal albero underground, una plaza de toros fantástica llena de fumarolas activas y ardientes, con un olor a azufre que no se disipa como en Nikiá. En algunas zonas algo parece rugir en el subsuelo, un hervor sordo y denso, el bramido del Gigante Polivotis, ¡y esto no es mitología!

Y hablando de literatura, en Nísyros murió al explotarle un mina de las que habían plantado los alemanes en la  2ª Guerra Mundial, Gideón, el personaje de Lawrence Durrell en Reflexiones sobre una Venus marina. Es el desenlace triste de la historia. No lo podía olvidar, porque de alguna manera ese episodio cerraba también para mí el círculo dodecaneso, donde el libro del inglés ha estado muy presente como habéis podido leer en capítulos anteriores de Archipiélagos.

Una mención a la Soumada, un licor de almendras de la isla que nos pusieron la noche de las anguinares. Está bien, pero antes que los licores dulces seguimos prefiriendo el tsikudiá cretense. 

En algunas páginas, como en una antigua en la que hablaban de las piedras de molino de la isla, o en otro texto de época bizantina donde se daba cuenta de que una princesa, no sé si de los Conmenos, tenía aquí un palacio, o en un tercero muy reciente en el que mencionan el lecho marino y el nivel freático a propósito del volcán, llaman Kastellórizo (pro. Kastelórizo) a Nísyros. O al conjunto de los pueblos, es decir al Ayuntamiento.
No sé si la causa será el castillo de los Caballeros de Rodas, o venía del siglo V. adC., cuando se construyó la Acrópolis. Imagino que será una denominación temporal, o un segundo nombre, porque hay otra isla habitada como algunos sabréis, más solitaria aún y pegada a la costa turca, a muchas millas al este de Rodas rumbo a Chipre, que se llama Kastellórizo, bautizada así por los bizantinos, aunque después pasó como el resto a manos de los Hospitalarios, conocida también como Megisti.

Un último recuerdo a la terraza de los apartamentos Tres hermanos, bajo cuyo cañizo  pasé muchos momentos de paz, simplemente mirando al mar y a las islas, y la última hora esperando la salida del kaike de Kardamena. Por si no las nombré todas, ahí van de nuevo, las del este y el oeste: Παχειά (Pajiá), Περγούσα (Pergúsa), Καντελιούσσα (Kandeliúsa), Άγιος Αντώνιος (Ayios Andonios), Γιαλύ (Yialí) y Στρογγυλή (Stroyilí).

Ese día de la despedida, habían llegado a Nísyros para visitar el Polivotis, Kostas Karamanlís con su mujer. Kostas, líder de Nea Democratía, el primer partido de la derecha, ex presidente del gobierno griego, miembro destacado de la élite dirigente, vástago de una de las las sagas familiares que han gobernado Grecia desde los coroneles, y de los máximos responsables de la ruina actual de su país, viajaba de vuelta a Kardamena en uno de los kaikes, medio de incógnito entre los turistas, la mayoría alemanes. Le hice un par de fotos para recordar esta otra casualidad, menos interesante que la que relaté arriba.

Hoy me pasé de largo, a sabiendas porque no quería otro capítulo y estaba decidido a terminar. Quedan algunas cosas pero en algún momento hay que acabar.

Αλκήστις Πρωτοψάλτη. Alkistis Protopsalti.  Λαβα. Lava.

http://www.youtube.com/watch?v=KuMU6KB-UpM


Salud y buen rumbo.

Barbarómiros