domingo, 13 de abril de 2014

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Difuntos impolutos


Salí a tirar la basura



solo y desamparado igual que un cachorro lactante. ¡Guauu, guauuu...! Llegué a los cubos arrrrrrrastrándome, agarrado a las paredes, y volví gateando, ¡Miauu, miauuu...! Incluso gimoteaba como un bebé, ante la enormidad del esfuerzo y la indefensión y el abandono en que me veía. Sucio, sin pantuflas, con la bata hecha unos zorros, parecía recién salido de una de nuestras estupendas fosas comunes patrias. Cerca ya del portal me adelantó un vecino, un monárquico fanático de la nuera de los reyes, que diz que lee poesía. ¡Y hasta la escribe y la recita en bable!, me confesó orgulloso una tarde en que tal vez su Narciso pedía abono extra. Hoy dio las buenas noches en castellano viejo y preguntó si había perdido algo. ¡El norte!, le contesté, al tiempo que me agarraba desesperado a la pernera de su pantalón. Se soltó, espantado, con un movimiento convulso de la pierna que acabó en coz. Corrió hacia la puerta y, mientras la abría, se giró para observarme con una mezcla de asco y terror. Yo lo miraba con ternura, y hasta le sonreía, pese a que la patada me había hecho un corte en el labio inferior y sangraba. ¡Un momento, si us plau!, le rogué en voz alta, sacando agua de un pozo seco. Pero no debió entender la mirada, tampoco la sonrisa, ni el catalán, ni el ruego, porque cerró la puerta tras de si. Hay personas sordomudas y hasta ciegas para el lenguaje no verbal, y las palabras se las lleva el viento, aunque ésta era una noche de calma chicha en lo atmosférico. Y allí me quedé, tirado como un juguete sin cuerda al que ya nadie quiere, incapaz de moverme. En casa nadie se percató de mi ausencia. No es falta de cariño, es discreción, respetan mi soledad. Eso dicen. La Puta de la Escalera, mujer de pocas letras, pero atenta y honrada republicana, me recogió de madrugada y me dio la teta.



Frank Zappa.   Crew Slut.


Salud y felices pesadillas


ra