martes, 15 de julio de 2014

156


El cartón en el azul,  por favor.


Salí a tirar la basura.



En un cubo inapropiado encontré un montón de libros viejos. Al primer vistazo lo vi. Era un título desconocido escrito por alguien con el mismo nombre y apellidos que yo. Lo cogí y en casa estuve indagando por la red. Era un anodino escritorín iberoamericano, lo que no es desdoro en absoluto, mas al contrario, pero desconocido para el gran público lector, si podemos fiarnos de las estadísticas, con otro par de obras en el mercado. El libro, además de carente de interés, no tenía distribución aquí, era una edición venal publicada por una editorial fantasma de su país. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Alguien del portal me espiaba y quería enviarme un mensaje? ¿Para qué?, pensé, No sólo soy un desconocido para la mayoría de los vecinos, además vivo de incógnito. Al día siguiente lo dejé en el cubo del papel sin que nadie me viera, me daba no se qué, como si estuviera abandonando a Moisés, ya jubilado, a la orilla del Mar del Plata.


Roberto Goyeneche.  Cuando estemos viejos.


Salud y felices pesadillas.


ra